DESCOMPOSICIÓN

27 Ago 2008
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El editorialista de EL NUEVO SIGLO no había podido utilizar una palabra más precisa que la usada ayer para describir lo que acontece, en medio de la más grave crisis institucional que hayamos vivido en las últimas décadas: DESCOMPOSICIÓN. Es duro aceptarlo, pero ese es el estado de cosas en vigor, alarmante para quienes todavía creemos en el imperio del Derecho como fórmula de convivencia.
El Fiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo –quien viene precisamente con el ánimo de empaparse de lo que viene ocurriendo con la independencia en el ejercicio de la actividad judicial; con los procesos contra autores de los más graves crímenes; con las investigaciones acerca de relaciones entre criminales y servidores públicos- ha llegado al país muy oportunamente, y ha encontrado en estos episodios la más gráfica referencia en relación con este período vergonzoso de nuestra vida republicana.
Nos estamos acostumbrando a un escándalo por semana, y, por pura coincidencia, todos tienen que ver con vínculos entre altos funcionarios estatales y delincuentes de la peor especie.
También nos estamos acostumbrando a que la manera de frenar cualquier análisis o crítica sobre semejantes relaciones consiste en distraer a la prensa del tema primordial, para que las cámaras y los micrófonos se dirijan hacia otro lado. La mejor defensa consiste en atacar, cuestionando al denunciante, al investigador o al juez.
Así, se desorienta a la opinión para hacerle ver las cosas de otra manera. En tales términos, lo que debería ser al menos reprochable, se convierte en digna y honrosa defensa del orden jurídico. Por ello –para aludir al último episodio-, no está mal que voceros de un peligroso paramilitar y narcotraficante visiten –literalmente, "por la puerta de atrás"- la Casa de Nariño y se entrevisten con funcionarios de la Presidencia, pues ellos solamente iban a informar –para "colaborar" con la justicia- acerca de un supuesto "cartel" de testigos, manipulado –según el Gobierno- nada menos que por la Corte Suprema.
Igualmente, nos han acostumbrado a ver con frecuencia al Jefe del Estado –para quien todos guardamos especial respeto, en cuanto encarna la majestad de la República- descender del sitial que le corresponde, para enfrascarse en agotadores enfrentamientos verbales con unos y con otros, y para lanzar acusaciones y denuestos.
En fin, una democracia en crisis. En una crisis que, lejos de amainar, se agrava día por día.

Modificado por última vez en Sábado, 28 Junio 2014 20:16
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