¿MORA EN LA HABANA?

02 Jun 2013
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POR JOHN MARULANDA

 

No hay mora en La Habana. 

Los tiempos de esta negociación son plásticos, van al paso de la "guerra prolongada" de las farc y al rápido ritmo preelectoral del gobierno.

El reciente anuncio de un acuerdo agrario obedeció más al impaciente tiempo de los ciudadanos por ver alguna señal después de seis meses de secretismos pagados de nuestros ralos bolsillos.

Ahora bien, dice el Manual: la guerra subversiva es 80 % política y 20 % militar. 

Lo militar no cuenta en este tipo de negociaciones. Así lo entendieron los jefes del M-19 que abandonaron las armas y se acogieron a las gabelas del Estado que decían combatir. 

Los gobernantes de turno los perdonaron. ¿Se tuvieron en cuenta a los militares para ese baldón que aun duele?

No. Hoy, los terroristas de entonces están en la legalidad, en la diplomacia o en la burocracia. ¿Quién les encara sus asesinatos y desafueros? Nadie. ¿Y nuestros soldados? En la cárcel, por supuesto. 

Un proceso similar está cuajándose en La Habana, sin prisa y sin mora. 

Y de nuevo, los terroristas ingresarán a la nómina de la corruptela oficial y probablemente los militares se quedarán con la anécdota y la culpa. 

Por otra parte, mientras en la satrapía de los Castro los cabecillas farucos con la tutoría de la inteligencia militar cubana -la misma que opera en el vecindario- siguen maquinando estrategias totalitarias.

La reciente Cumbre del Pacífico abrió las perspectivas del mundo de comienzos del siglo 21 para las nuevas generaciones, sin mamertismos infantiles, claro. Por su parte, el eje Caracas-La Habana sigue siendo el ombligo de una negociación política poco clara, con más sospechas que esperanzas a pesar del reciente entusiasmo mediático.

Naturalmente que mientras los jefazos de las farc cacarean en Cuba, sus exangües y huérfanas estructuras también miran hacia el Pacífico: por allí sacan gran parte de su cocaína.

Paralelamente a la filología política de la negociación, los fanáticos del chavismo siguen acá en el país promoviendo una campaña que los encarame al poder. 

Si no fueran tan mañosos, hasta les daríamos el voto para castigar las élites políticas tradicionales, culpables de todo este desbarajuste.

Pero el cínico uso de los derechos humanos, los ataques arteros al pueblo militar, sus avinagradas promesas para engañar desinformados y las calamidades venezolana y bogotana, entre otros disparates, hacen que estos áulicos habaneros sigan marginados en el espectro político del país.

Frente a esa propuesta autoritaria que marcha promoviendo entelequias, una resistencia moral ciudadana, conformada por todos los que creemos en el estudio y el trabajo sin extorsión ni amenazas, tiene que erigirse con fortaleza de cara a estos quintacolumnistas. De no hacerlo, también terminaremos sin papel higiénico.

Modificado por última vez en Sábado, 28 Junio 2014 20:16
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