La opinión pública que se difunde a través de los medios de comunicación en forma de noticias, editoriales y columnas, orienta a veces y dirige las más, la opinión popular que se conforma a través de aquellas cosas que la gente toma por válidas y, frecuentemente, por verdad revelada.
Esto es premisa universal.
Que se oriente y hasta pretenda dirigirse en cierto sentido la opinión popular, es necesario; que se manipule, es criminal.
Colombia, por ejemplo, es un país de una opinión popular muy manipulada.
El ex presidente López se valió de la duda metódica para apuntalar la candidatura presidencial de alguien que no parecía colombiano, que no hablaba como colombiano y que no pensaba como colombiano y que, finalmente, en la práctica no fue el presidente de Colombia porque el Alzheimer no le permitía tener autonomía cerebral.
¿Si no es Barco, quién?
Y de pronto, como flechados por la ciencia infusa del Espíritu Santo, todos los colombianos comenzaron a preguntarse con López: Verdad: ¿si no es Barco, quién?
¡Y eligieron a Barco!
Validos de esa argucia política, parece que los colombianos todos volvemos a entrar en la duda metódica: ¿Si no es Uribe quién?
Tan falsa es la postura política que pretende convertir a Uribe en insustituible, que apenas hace seis años, tan sólo un puñado de colombianos conocía a Uribe. Eso sí, colombianos muy bien instalados en los riñones del poder como Fabio Echeverri, Ardila Lulle, Santo Domingo, Sarmiento Angulo, Hernando Santos y, por supuesto, su casta antioqueña con el Sindicato empresarial y El Colombiano a la Cabeza.
Y algo también muy determinante y que merece punto aparte: los pavorosos paramilitares que andaban descabezando, literalmente hablando, a todo el que se opusiera a la entronización del nuevo rey de la política colombiana.
Bastaron pocas semanas para que Uribe, madurado en papel periódico como los aguacates, se consolidara como el redentor de ese pecado original que nos dejaba Pastrana al entronizar en la cúspide de las disquisiciones políticas la paz con las Farc.
Como Uribe, a pesar de seguir echando candela como loco a todo lo que se le oponga a esa laxa interpretación que se le ha dado a la seguridad democrática, como en la Perrilla de Marroquín no ha podido cazar tampoco al maldito jabalí, entonces cabe, ahí si con toda su carga de emoción subliminal la pregunta: ¿Si no es Uribe, quién?
Ese es el problema. Cuando nos preguntamos quién podrá suceder a Uribe el subconsciente nos completa la frase diciendo
que pueda acabar con las Farc.
Es decir
les pregunto: ¿un Uribe más bestial? Es lo que parece imposible. Como imposible sería también retornar a un gobierno tipo Pastrana.
Hoy en día, consolidada como resulta evidente la democracia mediática que reemplaza a los partidos políticos, no parece posible encontrar un sucesor de Uribe sin ayuda de los grandes medios de comunicación social.
Si en algún momento, esos medios encontraran que el único tipo que parece serio en la política colombiana, como lo asegura Antonio Caballero en su última columna de Semana, es Carlos Gaviria, entonces, el sucesor de Uribe sería Gaviria; o si vieran que los resultados de Piedad Córdoba en su tenaz lucha por la liberación de los secuestrados es el camino a seguir, entonces la sucesora sería la Negra. O tal vez, si los medios empezaran a aleccionarnos sobre la pedagogía de Antanas como la única fórmula para alcanzar la convivencia ciudadana, el hombre sería ese. O si la solución está en tomar todo en broma y matizarlo con chistes flojos, al mejor estilo Samper, ahí tenemos a Lucho; Y si es que necesitamos un pragmático de esos que le prenden una vela a Dios y otra al diablo, pues, votemos por Petro.
O tal vez, quien quita, si esos medios reflexionaran sobre la tremenda injusticia que cometieron con Serpa, quizás, entonces, pudieran tenderle una nueva y decisiva oportunidad.
O sea que hay muchos potenciales sucesores de Uribe, incluyendo, por supuesto, a sus axilares y obsecuentes peones que apenas se asoman al panorama electoral como los topos tiernos a la luz del día, por temor a que el Patrón les mande a liquidar como, y por ejemplo, es lo que anda haciendo con Vargas Lleras.
En síntesis, sucesores de Uribe es lo que hay, tanto para apuntalar su seguridad democrática como para devolverle al país la seguridad social y equidad económica perdida en estos aciagos años de neoliberalismo. Lo que pasa es que los medios no se han decidido por ninguno.
Pero lo que parece claro, por lo de El Colombiano que informa en primera plana que Uribe no irá a nueva reelección, y por ciertas posiciones calculadas de El Tiempo en sus noticias, en sus editoriales y en sus columnistas; y por sugestivos editoriales de otros medios regionales, y por el auge que ha tomado la comunicación virtual, en la que juiciosamente se enjuicia la obra de este gobierno, y muy especialmente por ese discurso de Obama en el que corta de tajo con (
) aquellos que se aferran al poder mediante la corrupción y el engaño y la represión de la disidencia, es que Uribe no va más.
Ya verán
Ya verán