Atosigados por la confusión, el desconcierto y la incertidumbre que generan las negociaciones en La Habana, dedicamos unas cuantas horas a husmear por el vecindario de esta pobre Latinoamérica que no supera su autismo político: casi dos décadas después de que unas clases políticas tradicionales, corruptas y excluyentes, operadoras de delfinatos y carteles mercachifles, fueron reemplazadas por dirigentes deseosos de imprimirles un nuevo rumbo a sus países, el panorama es preocupante.

 

Los nuevos timoneles, procedentes de la izquierda regional, están transitando de presidentes a sátrapas y la corrupción, impunidad e inseguridad se ha aposentado en el continente.

 

Brasil en recesión y con millones de ciudadanos pidiéndole a Rousseff su renuncia, por corrupta; Argentina en crisis económica y con la Kirchner desprestigiándose cada vez que habla; el ineducado Evo, desbordado por el narcotráfico y tratando de recrear el Incanato; Ortega, repartiendo la botija capitalista en la familia, mientras vende su soberanía territorial a chinos y rusos; Correa entregando su economía al imperio chino y excomulgando a quien ose contradecirle; Maduro, anacrónico, incompetente, con el país a punto de ebullición, después de que el chavismo se robara la más grande riqueza jamás producida por el petróleo.

 

Todos esos, socialistas de mucho puño alzado y poco cerebro reposado mantienen nuestro continente como el más desigual y peligroso del mundo, según las Naciones Unidas. Sin embargo, tanto la tal izquierda como la derecha gobernantes, aun se reúnen a perorar deseos y a simular pensamientos como recientemente lo hicieron en Panamá bajo la tutela de un Obama poco claro en su rumbo geopolítico.

 

Las izquierdistas élites políticas de relevo resultaron tan amantes del poder, tan corruptas y tan depredadoras como las vilipendiadas élites de derecha.

 

Engañan con conjuros y encantos demagógicos mientras inyectan felicidad con una bolsa de harina y una aspirina regalados. Los mistificadores del Foro de Sao Paulo, el de Castro y Lula, quienes ondean desde 1990 la bandera de la justicia social, apoyados a rabiar por peronistas, sandinistas, chavistas y farianos, entre otros, y con un programa populista, antesala histórica de la dictadura, están fracasando.

 

Nunca llegaremos a ser potencia, hemos desperdiciado nuestra riqueza y la alternativa de la izquierda política está probando ser un remedio peor que la enfermedad. De Bogotá a Caracas, de Brasil a Argentina, de Nicaragua a Bolivia. Baste con mirar las cifras y el rostro de los ciudadanos.

 

NOTA: si las Farc no descartan en un futuro entregar las armas, yo no descarto en un futuro empezar a creerles. Mientras tanto, los terroristas están recuperando momentum y las fuerzas militares se debilitan en su deber operacional.