Caracas. De Maiquetía a Caracas, Estrelibis, la conductora nos advierte de recientes bloqueos, asaltos y balaceras; en el hotel, el mesero nos saluda serio: “Hoy toca el cafecito negro porque no tenemos leche”. Al día siguiente vamos al Cuartel de la Montaña, en donde los restos de Chávez reposan en una urna de mármol, con guardia de honor permanente y dos fotos de él, de civil y uniformado, a lado y lado de una grande de Bolívar. A cada paso, la guía machaca lo de comandante eterno, segundo libertador de América y padre de la nueva patria: “pocos visitantes por estos días”, remata en tono bajo y salimos para la calle La Cañada.
Al final de ella, a la izquierda, al pie de unos edificios de apartamentos hay una hilera de bustos sin nombre; en un recodo está el de “Tirofijo”, con un mural de “Raúl Reyes” de fondo. Salimos rápido, pues nos miran con hostil curiosidad.
El entusiasmo chavista se ha transformado en una brega cotidiana por la supervivencia. Aquí todo es corrupción, carencias, violencia desatada, inseguridad tremenda y propaganda chocante que muestra un mundo irreal.
El venezolano vocinglero, expansivo, alegre, se esfumó; ahora es un ciudadano apabullado, que susurra, receloso, que mira para todos lados con sospecha. La incertidumbre y un rencor a punto de explotar se pueden oler en el ambiente. A Maduro lo rechaza el 85 % de los venezolanos.
Ya en la reunión, los comentarios atropellan: que hasta en los barrios “rojo rojitos” gritan contra Maduro, que Diosdado está preparando una transición con Shannon y los Castro, que Pdvsa ya vendió una refinería en Luisiana, que los chinos van a soltar más millones, que la escasez, que las colas, que el “bachaqueo” o reventa, que el dólar, que el secuestro, que las siete plagas.
Y ahora lo de las fronteras con Guyana y Colombia, que Maduro firmó el decreto de las Zodimain a regañadientes, que amenazó con salir a la calle a defender la revolución si el PSUV pierde las elecciones en diciemre, que Leopoldo suspendió el ayuno...
Sobre el Golfo, las opiniones son cautas: la Armada Bolivariana puede mover un componente aeronaval de corbetas misileras rusas o chinas pero la logística y el apoyo público lo dificultan por el momento; parece ser una estrategia que sirve a Cuba, Nicaragua y a las farc y que contaría con el eventual apoyo de Rusia; con Estados Unidos ambiguo y China avanzando en la región, parece que esto no irá mas allá de notas y declaraciones, pues Venezuela no tiene con quien y el gobierno colombiano de turno es cobardón.
Recordé entonces la orden perentoria de la guía cuando tomábamos la foto del Mausoleo de Chávez: “¡NO SONRÍAN!”
*Columna publicada en www.elcolombiano.com el 25 de junio de 2015