Opinión Online: ¿MISOGINIA?. Clara Patricia Montoya Parra Destacado

 

 El 14 de mayo de 2015, en el foro sobre matrimonio y adopción gay que se adelantó en la Universidad de los Andes, Monseñor Juan Vicente Córdoba dijo: “No sabemos si alguno de los discípulos de Jesucristo era ‘marinconcito’, no sabemos. Tampoco si María Magdalena era lesbiana. Parece que no porque bastantes pasaron por sus piernas, pero no sabemos. Jesús nunca les dijo no caminen así, o no se vistan de una forma. Tampoco les dijo machitos los quiero”.

 

En mi concepto, la expresión de un representante de la Iglesia Católica -liderada exclusivamente por hombres- que usa el nombre de una mujer para ilustrar un ejemplo que en últimas termina siendo altamente descalificador, es misoginia.
 
“No sabemos… Tampoco si María Magdalena era lesbiana. Parece que no, porque bastantes pasaron por sus piernas”  es una expresión que tiene que nacer de un hombre que no ve, ni comprende, ni valora a la mujer. Ni siquiera a una de las mujeres más sagradas y respetadas de la historia de la cristiandad. En nada lo eximen sus votos de castidad, por el contrario, las palabras salidas de la boca de un alto jerarca de la Iglesia más respetada en Colombia, lo mancillan.
 
La misoginia, es sencilla y escuetamente el odio a la mujer. El hombre misógino denigra y descalifica a la mujer sin vergüenza del contenido infamante que sus actos o palabras  puedan tener para el género femenino, porque simplemente desconoce a la mujer cómo una igual a su especie.
 
El sociólogo estadounidense Allan G. Johnson[1] definió a la misoginia como “la actitud cultural de odio hacia las mujeres por el hecho de ser mujeres”. Johnson manifestó en su libro “The Blackwell Dictionary of Sociology: A User's Guide to Sociological Language” que “la misoginia […] es la parte central de los prejuicios e ideologías sexistas y, como tal, es una de las bases para la opresión de las mujeres en las sociedades dominadas por hombres. La misoginia se manifiesta de diferentes maneras, desde bromas o pornografía, violencia y el sentimiento de odio hacia su propio cuerpo al que las mujeres son llevadas a sentir”.
 
Para el sociólogo australiano graduado en la Universidad de Wollongong, pro-feminista, experto en estudios de género y sexualidad, coautor de la “Enciclopedia Internacional de Hombres y Masculinidades” la misoginia se presenta más comunmente en hombres, aunque: “...también es practicada por las mujeres contra otras o incluso hacia sí misma. La misoginia funciona como un sistema de ideologías o creencias que han acompañado a las sociedades patriarcales o dominadas por hombres por miles de años y continúa colocando a la mujer en posiciones subalternas con poca posibilidad de poder o de toma de decisiones […] Aristóteles sostenía que la mujer existe como una deformidad de la naturaleza o como hombres imperfectos […]. Así, las mujeres de occidente han interiorizado su papel como los chivos expiatorios de la sociedad, influenciado en el siglo veintiuno por la objetivación de la mujer en los medios, a través del culturalmente odiado autodesprecio y fijación a la cirugía plástica, la anorexia y la bulimia”.
 
Se dice que el cristianismo es esencialmente misógino, lo que no quiere decir que Jesús lo fuera. La epístola de San Pablo, según la investigadora y escritora estadounidense Katharine M. Rogers, está plagada de ejemplos misóginos: sentimientos de culpabilidad por tener sexo, insistencia en un lenguaje de sometimiento a la mujer o  temores a propósito de la debilidad masculina ante la fuerza seductora de una mujer. Para algunos de los “Padres de la Iglesia” como Tertuliano[2]   la mujer era “la entrada del diablo” y “un templo construido sobre una alcantarilla”. 
 
Sucede que a propósito de la misoginia de los primeros tiempos, mucha agua sucia han bebido las mujeres desde los comienzos de la civilización y han sido demasiadas las luchas para ganar el reconocimiento –al menos en el papel- de derechos fundamentales, violados por muchos años. Así las cosas, cómo es posible que en pleno Siglo XXI escuchemos en un noticiero a uno de los más altos representantes de la Iglesia Católica en Colombia, diciendo que una mujer, específicamente María Magdalena considerada por muchos como una santa, no es lesbiana porque a él le figura que “bastantes [hombres] pasaron por sus piernas”. Y me surge de inmediato la interrogación ¿si pasaron muchos o pocos hombres por las piernas de María Magdalena, cuál es el problema de Monseñor que en últimas no es más que un hombre cualquiera?.
 
Para mi, es un misógino que trayendo a su charla en la Universidad de los Andes a María Magdalena, le parece que ella no pudo ser lesbiana porque muchos hombres y no mujeres, fueron los que pasaron por sus piernas.
 
¿A título de qué se dan esos ejemplos? ¿Qué contenido académico alberga esa referencia? ¿Por qué le parece a Monseñor que para hablar de la importancia del respeto a la homosexualidad sea necesario ilustrar a la audiencia descalificando a una mujer? ¿A qué joven en nuestro país le sirve que se hagan bromas con las mujeres en los foros académicos?
 
María Magdalena con hombres o sin ellos -porque las mujeres no somos ni más ni menos inteligentes o misericordiosas, por muchos o pocos o ningún hombre pasando por nuestras piernas- es llamada por algunos que no concentran su  laxa curiosidad personal en la sexualidad de la mujer, sino en su gran corazón: “la diosa de los evangelios”, “la esposa de Jesús”, “la fundadora del cristianismo”.
 
María, llamada la Magdalena, es en la historia del cristianismo la segunda mujer en importancia, después María, la madre de Jesús. Es a ella a quien se le aparece por primera vez Jesús después de su crucifixión. Y si pensamos que debemos creer en todo esto como una verdad de fe para los cristianos, no habríamos de dudar en tener en alta estima a la Magdalena.  
 
Una mujer así valorada por la historia, no debería ser avergonzada en un foro por uno de nuestros modernos “Padres de la Iglesia” so pretexto de reconocerla como heterosexual, solamente porque fueron muchos los hombres que pasaron por sus piernas. Y no debería hacerlo porque así como no le consta a nuestro “chibchombiano” Monseñor que María Magdalena estuviera dedicada a la vida mundana, tampoco nadie ha podido desmentir que uno de esos hombres que pasaron por las piernas de María Magdalena fuera precisamente, Jesús.
 
Y es que el hijo de José y María, el llamado Mesías, al parecer amó demasiado a esta mujer y lo hizo a sabiendas de su “supuesto” pasado lujurioso. María Magdalena -ningún discípulo lo puso en duda por más misóginos que hubieran sido-  estuvo considerada por ellos como la gran compañera de los últimos días del inspirador de una de las grandes religiones del mundo. ¿A título de qué un Monseñor en Colombia, la rememora, para hacer bromas sexistas en un foro con estudiantes universitarios?
 
Dejo claro que no es una defensa específicamente a María Magdalena, es una protesta ante la forma como Monseñor Juan Vicente Córdoba se valió de una mujer para hablar en un foro abierto al público de la homosexualidad y la heterosexualidad, aprovechando la oportunidad para descalificar a esta mujer, lo que en mi sentir es una clara conducta misógina que no debemos tolerar en pleno Siglo XXI.
 
Monseñor debería saber que la audiencia y el público que lo escucha, merece respeto; y que ese auditorio está conformada de hombres -como suele tener en sus auditorios privados por estar conformada la Iglesia Católica basicamente por hombres- pero también de mujeres que ya no estamos para escuchar frases que alientan la discriminación y el irrespeto. Para información de Monseñor, hoy en día las mujeres somos dueñas y soberanas de nuestros cuerpos y pasan por nuestras piernas tantos hombres como nosotras nos apetezca tener y no por eso somos menos que los hombres, como tampoco lo son las mujeres que con necesidad o sin ella venden su cuerpo para sobrevivir o vivir mejor, si eso es lo que les parece una forma adecuada de vida. Que nos parezca bien o no, es un asunto de conciencia personal que no debería servir de broma en un foro para constatar la heterosexualidad de una mujer.
 
Pero ni María Magdalena ni otra mujer de tiempos pasados o presentes, es ya un ejemplo que le sirva a un hombre y menos a un Monseñor, para descalificar a la mujer o para pensar que la cantidad de hombres que pasan por sus piernas la convierten en  ejemplo de burla para explicar temas que merecen todo el respeto como en este caso específico fue el tema de la homosexualidad, a quienes en mi sentir,  no era necesario llamarlos “mariconcitos”.
 
 

[1] Escritor, novelista y orador reconocido en Estados Unidos. Ha trabajado en temas relacionados con el privilegio, la opresión y la desigualdad social. Recibió su Ph.D. en sociología por la Universidad de Michigan en 1972. Su escritura de no ficción ha sido traducido a varios idiomas y algunos apartes de sus escritos hacen parte de  numerosas antologías. En sus noveles escribe sobre el significado que tiene para el ser humano el vivir la vida cotidiana en un mundo que está lleno de sufrimiento innecesario. 
 
[2] Quinto Septimo Florente Tertuliano, conocido como Tertuliano. Nació y murió en Cartago “Túnez” (160-220). Fue el único Padre de la Iglesia que no fue canonizado. 
Modificado por última vez en Miércoles, 11 Mayo 2022 15:06
Clara Patricia Montoya Parra

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