Opinión: PROPAGANDA Y PUBLICIDAD: LA VENTA DE UN ENGAÑO. Por John Marulanda. Destacado

09 Jun 2016
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En 1622 el Papa Gregorio XV creó la Propaganda Fide Congregatio, con la tarea de convencer a todo el mundo de la bondad de la fe católica, dando así comienzo a la actividad misional del cristianismo, que sería copiada en sus procedimientos por confesiones como el fascismo, el comunismo y otros ismos. Durante 1940-1945, el jefe de Propaganda nazi, Joseph Goebbels, utilizó la prensa, la radio, el cine, la fotografía, para promover el credo nazi, manipular la sociedad y llevarla a la guerra, como lo harían posteriormente Stalin, Mao, Pol Pot, Castro y otros. El manejo de medios masivos de comunicación se convirtió en la esencia de la Publicidad, instrumento por excelencia para promover necesidades, vender productos o servicios y generar moda y comportamientos. La Propaganda vende ideas y la Publicidad cosas, pero hoy en día ambas se amalgaman al punto que no hay político que no tenga un publicista a su lado, dándole tanta o mayor importancia que a su ideólogo. La imagen “vende” más que la palabra y adoramos lindos imbéciles; gobernar, ya no se trata de hacer progresar países o naciones, sino de convencer a un mercado de las bondades de un producto. Los principios de la publicidad se utilizan con mayor frecuencia que los postulados de la moralidad y la ética sociales. La promesa de bienestar; la condena a los reacios a comprar el producto; la orquestación de todos los medios masivos y las redes sociales repitiendo el mismo guion; los objetos de apoyo sicológico, desde pines de solapa hasta apartamentos, forman parte de la publicidad-propaganda que el actual gobierno viene desplegando desde hace cinco años para vendernos lo mismo que nos tratan de vender cuando nos prometen acabar con las arrugas, hacer crecer el pelo o adelgazar a punta de cremas: paraísos irreales. Además, aquí hay un problema serio: el Vendedor Mayor exuda poca credibilidad, el producto es de probada mala calidad y la promesa no se cumplirá, lo que genera una fricción que a su vez origina una repulsión en la audiencia, por lo que, de nuevo, la publicidad entra en escena aplicando el viejo axioma romano del siglo I antes de Cristo: “panem et circenses”. La emoción del gol, la épica del pedaleo, el morbo del amarillismo, las telenovelas y realities amortiguan tal fricción para que, entretenidos, compremos lo incomprable. Después, el vendedor y sus secuaces se ocultarán en el tiempo y le escurrirán el cuerpo a su responsabilidad protegidos por una ciudadanía ajena, española a lo mejor. Aquí, nos quedaremos con el arrepentimiento y el dolor.
 
Con sensatez, madurez y confianza, firmemos para que haya paz pero sin impunidad, se reestablezca la desbaratada justicia y evitemos un nuevo ciclo de violencia.
Modificado por última vez en Jueves, 09 Junio 2016 20:09
John Marulanda

Consultor Internacional en Seguridad y Defensa

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