La proclama del frente 1 de las FARC de que no acatará lo pactado entre el gobierno de Santos y la cúpula de la organización terrorista, era previsible. Ya lo habíamos advertido: el envilecimiento de las estructuras farianas debido a su estrecha y creciente vinculación con el narcotráfico, no da lugar para revisionismos, ni desviacionismos, ni replanteamientos ideológicos.
Los cabecillas negociadores reconocen que el asunto es de "Intereses económicos", según su comunicado de réplica a, que ironía decirlo, los insurrectos de su organización. Los rebeldes, que reciben unos 20 mil millones de pesos al mes producto del comercio ilícito de drogas, de coltán y de maderas, no ven claro qué mejor opción les puede ofrecer el gobierno y tampoco miran con simpatía que su jefes se estén dando la gran vida en Cuba mientras ellos soportan el diario guerrillear en las llanuras peri amazónicas de Vichada y Guaviare y distribuyen el dinero que colectan, de acuerdo a las órdenes de La Habana.
A este escisión es probable que le sigan otras. El Procurador General, duro y argumentado crítico del proceso, denunció que el frente 7, vecino al 1, también entraría en rebeldía. Otros comentaristas hablaron de que el frente 57, en la frontera con Panamá, el 48, en la frontera con Ecuador, el 16 del Vichada, el 44 en el Meta y la columna Daniel Aldana, al sur del país, estarían en el mismo camino de insubordinación. Tales grupos, delinquen en las áreas en donde más han crecido los cultivos de coca.
Concordó la noticia del motín fariano, con el informe de las Naciones Unidas que denunció el aumento de los cultivos ilegales en el país en un 39%, porcentaje menor al 49% mencionado por el embajador de Estados Unidos en Marzo pasado. A pesar de la diferencia, ambas cifras concluyen en una cosa: desde hace poco más de un año, Colombia ha vuelto a ser el principal productor de cocaína del mundo. No es pues coincidencia que ambos anuncios, el de las Naciones Unidas y el del frente primero de las farc, converjan en el tiempo y en el espacio.
Si bien este hecho, que con seguridad tendrá futuros capítulos, no alterará el camino para una firma de acuerdos entre la nomenclatura de las farc y el gobierno, si afectará con mucho la percepción de la opinión pública e incrementará la incredulidad sobre el proceso, que la última encuesta Gallup retrató con un 50% que cree que la negociación va por buen camino y un 44 % que no lo cree. Duro resultado después de cuatro años de incesante promoción y propaganda orquestadas para que la prometida paz eche raíces en el alma ciudadana. La idea que el narcotráfico es el verdadero problema de este proceso, está tomando cuerpo, erosionando rápidamente la promesa de paz y felicidad que ha sido el eje de la campaña para lograr consenso en la búsqueda de la concordia nacional.
Las voces disonantes del Presidente que amenazó a los facciosos con la tumba o la cárcel (en ese orden), del Comandante del Ejército que anunció el empeño de mas de 250 mil hombres para someter a unos 300 bandidos y de otros miembros del gobierno, son señales de los apuros por los que estaría atravesando el régimen.
Pero, en la opinión pública actual, no es solo el narcotráfico lo que genera incomodidad, recelo y desconfianza. El desastroso servicio de salud pública que hace agua por los cuatro costados, la descarada corrupción, el aumentos de las dietas parlamentarias, la inminencia de una reforma tributaria que encarecerá todo, la temporada de carestía por un paro caminero que dura más de un mes y no parecer ceder y la repetición sinsentido de los lemas comunistas sesenteros por parte de los amigos de las farc y de pacifistas, tienen fatigados y cansados a los colombianos.
Las cúpulas de los partidos, de la Iglesia y de diferentes gremios han salido al quite, promoviendo el voto ciudadano por el sí a los acuerdos, en un posible plebiscito aún por determinar y en el cual solamente participaría un 40%, según Gallup.
Las farc, tampoco la tienen fácil. Victimas de su propia incuria e irresponsabilidad, en cada aparición pública generan mayor rechazo por arrogantes, intimidadores y cínicos. Ahora no tienen cómo disciplinar a sus antiguos subalternos proveedores de los pingues recursos del narcotráfico. La sanción de no poder ¨usar su nombre, armas y bienes¨, es un mal chiste para una organización que se caracterizó durante 60 años por su verticalidad autoritaria y una línea dura de subordinación que con frecuencia utilizó el fusilamiento y la ejecución. Fuera de ¨sacarles la lengua¨ y dolerse de la pérdida económica que esta o estas separaciones significan, estarán añorando que las Fuerzas Armadas del Estado que combatieron, castiguen a sus díscolos ex-camaradas.
Pero, la fuerza pública deberá someter no solo a los del frente 1 y otros frentes que sigan el mismo camino, sino al eln que continua asesinando policías, infantes de marina y soldados, precisamente en zonas fronterizas de alta presencia de cultivos ilícitos y minería ilegal, y a mini carteles o Grupos Armados Organizados o Bacrim, que proliferan en medio de un creciente mar de coca.
Sectores de la iglesia cercanos al eln despliegan sus mejores homilías para convencer a estos izquierdistas radicales de cuño cubano de suspender sus ataques, que algunos analistas avezados ven como un complemento a las negociaciones de La Habana, en una mañosa estrategia farc-eln acordada para asfixiar al gobierno Santos, que sigue mostrándose obsequioso y regalón frente a las exigencias de los extremistas.
El himno de guerra de las farc retumbando en el Congreso de la República y su bandera exhibida en el recinto congresional; uno de los cabecillas de las farc, amante de las motos Harley Davidson, luciéndose en el sepelio de su madre en Neiva; agrias cartas del General Mora y otros generales en retiro, circulando por las redes; militares bolivianos, entrenados y adoctrinados por Venezuela, anunciados como observadores de la ONU para las zonas de concentración de los terroristas, son detalles no pasan desapercibidos para la opinión pública que de apática ha pasado a escéptica y podría generar, al decir de muchos, una tensión de consecuencias impredecibles, mientras centenares de hambreadas venezolanas pasan por encima de la Guardia Nacional en la frontera para conseguir alimentos. Y es que los críticos del proceso habanero, señalan a Venezuela como el futuro que se aproxima para Colombia.
Fuera de los discursos, promesas y firmas protocolarias, ya las farc empiezan a salir de su sueño revolucionario marxista-leninista y a chocar con la cruda realidad.