Ya los analistas de reconocidas agencias internacionales privadas de inteligencia, empiezan a mostrar sus abonados, grandes compañías multinacionales, inversores y centros académicos, entre otros, lo que los políticos y lobistas nacionales y extranjeros alquilados, tapan o quieren ignorar con la comercialización rosa de la componenda entre el Gobierno colombiano y el grupo narcoterrorista de las farc en Cuba: que la mayoría de los colombianos rechazamos un proceso mal negociado, mal vendido, que lastima el sentimiento nacional y augura complicaciones mayores.
Después de hacer eco de las recientes encuestas, dice el análisis de una de esas agencias: “Un tema que aún tiene que ser resuelto, sin embargo, puede detener cualquier progreso hacia la paz: la carencia de apoyo popular al proceso. A menos que el Gobierno pueda involucrar la gente a favor de los acuerdos con las farc, o encontrar una manera de ratificarlos sin que el público tenga que aceptarlos, un final definitivo al conflicto de décadas, simplemente puede estar fuera de alcance”.
No importa que los mercadotecnistas del Gobierno de turno exhiban clamando por la paz al Papa, o al simpático secretario de la ONU, o a cualquier cantante o reina de belleza; no interesa que el afamado director hindú Zubin Mehta, con la Filarmónica de Bogotá nos interprete la Gran Sinfonía para, totalmente ajeno a nuestra realidad, dizque apaciguarnos.
Precisamente, esa obra de Schubert podría parangonar la situación actual del país: su autor, mientras la escribía y dejaba olvidada, moría de sífilis, blenorragia y tifo.
Y es que a las narcofarc, boconas irredentas, arrogantes y cínicas, tienen una esencia tan ruin que han arrastrado al Gobierno en su desprestigio superior al 97 % de la opinión pública. Mientras tanto, el Fouché de este gobierno, Enrique Santos, indiferente como corresponde a su casta de elite tradicional gobernante, se reúne en el club Campestre de Montería con el terrorista alias “Marcos Calarcá”, seguramente a tomar whisky entretanto concretan la repartición del país: la historia se repite primero como tragedia (Benidorm, 1956) y después como parodia (La Habana), dicen que dijo Marx. Aunque fracasados, los comunistas avanzan.
Lo que es innegable es que la inconformidad es creciente, se está transformando en ira y se puede estar acunando un nuevo ciclo de violencia. (Íbamos bien: ¿Qué pasó? ¿Quién es responsable? ¿Qué hay que hacer?)
Oriana Fallaci, la contestataria periodista de los setentas aseguró en un reportaje que de su vasta experiencia entrevistando gobernantes de toda pelambre, lo que ella rescataría como esencia de gesto liberador de la persona corriente frente a imposiciones o marrullas de gobiernos dictatoriales, ladrones, corruptos o tramposos, era la palabra griega oXi, que quiere decir NO!
Decir NO ahora, evitará posteriormente lamentar las desgracias que traerá un SI.