Mientras en La Habana el jefe negociador del Gobierno afirmaba con un mutis de aquiescencia que alias Iván Márquez le había dicho que los guerrilleros dados de baja por nuestros soldados estaban en manso tránsito hacia una zona de concentración, el Comandante del Ejército demostraba sobre la carta y con documentos, la realidad de los hechos en el sur de Bolívar.
La operación militar se condujo contra una célula del eln denunciada por la comunidad cansada de extorsión y amedrentamiento. Un terrorista superviviente declaró que los dos muertos y él eran del frente 57 de las farc y entregó material comprometedor que confirma lo que denunciamos hace varios años: las farc están “trabajando” con el eln estratégica y oportunamente, en una llave de presión y ahogo contra un gobierno conciliador, obsecuente y obcecado con el sueño de la paz.
En Arauca y Catatumbo, esta asociación macabra es especialmente evidente y ha permitido que un agonizante eln haya resucitado fortalecido y que otro grupo extinguido como el epl, renazca, todos alimentados por el narcotráfico que está carcomiendo al país ante la impavidez e ineficiencia gubernamentales. El empleo de la violencia, ahora subrogada al “outsourcing” eleno, aún forma parte de la estrategia fariana de combinación de todas las formas de lucha.
Algunos comentaristas amigos del comunismo, negaron en su momento tal sociedad e insisten en desvirtuar una realidad que resurge ahora: las farc tienen su Comando y Control seriamente averiado después de seis años de burguesía revolucionaria en Cuba que puso distancia entre los cabecillas y la base y distanciamiento moral, si alguno, entrambos: los frentes 1, 19, 30, 32, 33, 48 y 57, fronterizos con Ecuador, Venezuela y Panamá, asoman sus disidencias.
Dentro de esa estrategia, cocinada en el Foro de Sao Paulo y operada por el G2 cubano, una nueva oleada de ataques físicos y mediáticos contra la Fuerza Pública son previsibles, los veedores cubanos y venezolanos cargarán contra nuestro Ejército, el Gobierno tratará de generar culpa a las mayorías que rechazamos la componenda habanera y urgirá un SI que lave la cara a un esmirriado Nobel de Paz legitimando un conejo con aspiración de armadillo.
La única opción será cerrar filas y apoyar irrestrictamente a nuestros militares. Y desconfiar, desconfiar de los mal llamados nuevos acuerdos que facilitan el objetivo de los marxistas-leninistas: convertir a Colombia en otra Venezuela. Desconfiar de los cantos de sirena de bien pagados propagandistas quienes, siguiendo una tradición política de Banana Republic, parafrasean a Enrique de Borbón en 1594: la paz bien vale una bajada de calzones.
Cota: infame que el Gobierno repita el dolor y reabra la herida premiando a los terroristas con las cabezas de sus militares. ¿Quién defenderá a nuestros soldados?.