Opinión: COLOMBIA EN LA ERA TRUMP. Por John Marulanda Destacado
Tras el anunciado fortalecimiento de las Fuerzas Armadas, en particular de su Fuerza Naval, heraldo del poderío imperial en el mundo, Estados Unidos esboza una estrategia de escudo y protección, complementada con un fuerte control migratorio.
Huele a restauración del señorío medieval que desembocó en el reordenamiento económico, político y social de Occidente en el siglo XV.
¿Cómo juega Colombia en la nueva geoestrategia que está perfilando Trump? Primero como mayor productor de cocaína y segundo con los riesgos que representan para la seguridad norteamericana los vínculos de las redes del narcotráfico con organizaciones extremistas islámicas. Cualquier otro aspecto, inclusive el económico, no es tan importante por ahora.
Las narcofarc, vinculadas con Hezbolá, Al Qaeda y Hamás, se convertirán en objetivo de alguna prioridad para los mecanismos de seguridad de Estados Unidos, de lo cual no las salvarán ni el premio nobel, ni Jaramillo, ni De la Calle, ni Naranjo juntos.
No con Trump, Mattiz, Kelly y compañía al mando. Además de acordarse un contraorden global entre Trump y Putin en el que participaría la ascendente ultraderecha europea, el tinglado del Foro de Sao Paulo, Cuba, las farc y la bigornia de la paz Santos se descompondrán, no sin dolor.
En este escenario, los marxistas leninistas, a quienes poco les importa que sean minoría manifiesta o que no generen un mínimo de simpatía, arreciarán su propaganda populista y autorreforzarán sus sentimientos religiosos de apostolado universal, con el fin de “salvarnos” a todos y convertirnos en una masa igualitaria de pingüinos aplaudidores, hambreados, zarrapastrosos y atemorizados los más, corruptos, ladrones y epulones los pocos. Como en Venezuela.
La inversión china en Latinoamérica y en Colombia será otro elemento de interés para el nuevo gobierno en Washington, ahora que el gigante asiático anda regalando material militar a cuanto país lo acepte y está involucrado en proyectos continentales críticos como el canal transoceánico de Nicaragua y el tren bioceánico Brasil-Perú.
Frente a esta realidad geopolítica -y si el gobierno de Santos no aplaza o suspende las elecciones en el 2018- es urgente perfilar el candidato que detenga el avance comunista que facilitó Santos y que entre en sintonía con la era Trump.
Dependerá de nosotros elegir a un presidente o presidenta sin agendas secretas con la mentecata izquierda criolla y con la depredadora izquierda internacional, que no sea mitómano (a) y que administre la Nación correctamente. Que rescate la moralidad cívica y la convivencia social, hoy en manos de la Policía, pues los padres de familia y las escuelas fracasamos en ese empeño fundamental.
Y que entienda que en la geopolítica regional, Colombia bien puede “cocinarse en su propia tinta”, a menos que entienda el difícil reto que personifica este cowboy-businessman gringo.
John Marulanda
Consultor Internacional en Seguridad y Defensa
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