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Trump ha prometido seguridad a su país y para cumplir ese objetivo sus prioridades son Inmigración y Narcotráfico, debido a que ambos han facilitado en el pasado y facilitarían en el futuro, el acceso al suelo norteamericano de “Lobos Solitarios” o células extremistas islámicas.
Hezbolá, organización radical autora de las masacres de la Embajada de Israel (1992) y del Amia (1994) en Buenos Aires y muy probablemente vinculada al “suicidio” del fiscal Nisman (2015), se aposentó en América Latina y la ha convertido en una potencial plataforma para el lanzamiento de ataques terroristas contra EE.UU. como resultado del amorío, político, entre Ahmadinejad y Chávez y de los millones de dólares del tráfico de cocaína colombiana.
El general Kelly, entonces Comandante del Comando Sur de Estados Unidos y hoy Jefe de Seguridad Nacional, dijo en el 2014 en la Universidad Nacional de Defensa en Washington, que su gobierno sabía “que parte del dinero de la cocaína que va a Estados Unidos es lavado en cofres de Hezbolá” y el Departamento de Seguridad Nacional reveló los vínculos entre los grupos radicales, los narcocarteles mexicanos y las farc, para lavar dinero y financiar sus actividades terroristas.
Al Aissami empieza a ser mencionado con los “vuelos del Terror” Caracas – Teherán- Caracas y entre sus múltiples contactos y enlaces registrados, como Ministro del Interior y Justicia, se reunió en Puerto Ordaz a mediados del 2013 con miembros de Hezbolá y de las farc, cuya identidad permanece en los archivos de la inteligencia de EE.UU.
Su nombramiento como vicepresidente a pesar de las informaciones confirmadas de sus vínculos con redes de terrorismo y narcotráfico, se interpretó como un movimiento que favorecería a Irán ante posibles afectaciones por parte de Trump a los acuerdos nucleares. Una jugada preventiva.
Ahora las sanciones contra Tareck Zaidan El Aissami Maddah llevan un mensaje: el gobierno norteamericano empezará a utilizar la gran cantidad de inteligencia acumulada durante el periodo del buenismo político de Obama y esto tendría serias implicaciones geopolíticas para la región y Colombia.
Es solo un anuncio de lo que puede venir en el futuro inmediato y de cómo es necesario desde ahora replantear en términos más claros algunos aspectos del negociado de La Habana, antes que magistrados enajenados consoliden el entuerto y el gobierno, este o el próximo, tengan que enfrentar a los Estados Unidos.
La administración de Trump muy probablemente exigirá fumigación aérea y extradición de responsables: el gobierno y los cabecillas de las farc no podrán estar tranquilos. El tema no nos es ni remoto ni ajeno: en octubre de 2016, tres hombres que lavaban narcodinero para Hezbolá fueron capturados en La Florida, EE.UU., y el cabecilla del grupo, dice el informe, residía en Medellín.