Empiezo por precisar que hablo como ciudadano comprometido con los grandes ejes conceptuales de la Constitución de 1991 y además con los avances jurisprudenciales en los derechos sociales y económicos que la Jurisprudencia de la Corte Constitucional ha logrado.
Trataré de ser lo más objetivo posible en la identificación de los puntos esenciales de lo que considero un buen candidato o candidata a la Corte.
1.Una formación profesional meritoria, por su trayectoria, medible en su vida como abogado, servidor público en las distintas ramas del poder, preferiblemente la judicial, o litigante, o investigador, tratadista, que muestre su conocimiento, su experiencia, su carrera, su vocación.
2.Una integridad ética a toda prueba que permita hacer realidad la autonomía, la independencia y la imparcialidad. Como lo decía Alberto Lleras Camargo, parafraseándolo, los nominadores y el elector, en este caso, no necesitan amigos, sino jueces.
3.Para estos efectos el escrutinio de la sociedad civil debe incluir la verificación de los órganos de control tradicionales Contraloría, Procuraduría, Fiscalía pero la indagación debe ir también a la identificación futura de conflictos de intereses, con gremios o élites dominantes que han capturado los centros de decisión del estado, para ponerlos al servicio de sus intereses privados.
Soy consciente de lo difícil de poner en términos objetivos este último aspecto, pero el esfuerzo mínimo es hacerlo visible.
4. El magistrado o magistrada futuro debe garantizar que terminará su periodo. La Corte no debe ser usada para aspiraciones distintas a cumplir idóneamente el periodo para el que se fue elegido.
5.Como el sistema de nominación incluye a la Presidencia de la República, la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado, es muy difícil garantizar un balance de perfiles de escuelas de derecho diferentes, formaciones disciplinares de especializaciones en las diferentes áreas, que fue la intención del Constituyente, pero el Senado si podría hacer esa ponderación.
6. El mayor riesgo que identifico en la coyuntura es la excesiva politización que puede darse, por tratarse de un sistema de partidos de cuotas y en un año pre-electoral. Sería un retroceso de 25 años que la ley de hierro de Michels capturara la Corte para repetir multiplicada la corte partidista del frente nacional. Las Cortes, la Presidencia y el Senado deben estar a la altura de su desafío histórico.
7. Si bien el proceso de paz es clave para salir de 52 años de conflicto, creo que es un error medir el talante de los candidatos por su posición frente a este tema. El Senado debe medir la hoja de vida impecable del futuro juez, su concepción del Derecho. Mal haría en las audiencias en indagar con preguntas que lleven al candidato a prejuzgar sobre temas que en el futuro deberá decidir.
8. Personalmente preferiría una corte de equilibrio, donde los casos se analicen en sus propios méritos, sin que se formen facciones o precarias mayorías. Las mejores Cortes del Constitucionalismo comparado y sus magistrados que marcaron historias, son los que ejercieron el liderazgo de la ciencia y de entender la Constitución viviente, aun cambiando de criterio cuando reconocían un mejor argumento que el propio. Era su autoridad moral la que guiaba. Fueron los que generaron CONFIANZA.
*Ex constituyente. Intervención en el Foro Corte Constitucional: Renovación y Desafíos organizado por Elección Visible.
Dr. Gustavo Zafra Roldán