Hoy es el día de Venezuela, tanto desde el punto de vista histórico como bajo un análisis de su angustiosa actualidad.                       

El 19 de abril se conmemora la declaración de independencia respecto de España, que tuvo lugar en 1810. Hace 207 años. Debería ser motivo de regocijo nacional y de unión entre todos los ciudadanos del vecino país. No es así, Infortunadamente.                       

La oposición al régimen de Nicolás Maduro ha fijado esta fecha como la de la mayor protesta con miras a derrotar al Gobierno. Una marcha más, pero se supone que la más grande y definitiva. El Ejecutivo, por su parte, llama a sus partidarios a marchar en su defensa, anuncia que desde los Estados Unidos se prepara un golpe de Estado, arma a los milicianos e incita a la población civil y pone en marcha una gigantesca operación militar para enfrentar a los supuestos golpistas. Venezuela, más dividida que nunca.                        

Maduro dice que defenderá la democracia, que es el sistema político de la libertad, cuando por el contrario está aplicando medidas de fuerza, reprimiendo y castigando las marchas populares. La oposición alega que esas marchas son siempre pacíficas, aunque, para ser justos, debemos reconocer que hemos visto imágenes según las cuales también de ese lado ha habido actitudes violentas en las calles de las ciudades venezolanas.                       

Ahora bien, la democracia no se configura solamente por haber sido popularmente elegido el gobernante. Su mantenimiento y legitimidad dependen de cómo actúe el Gobierno y de cómo operen las instituciones; de cómo tenga lugar el sistema de frenos y contrapesos; y de cuánta libertad pueda ser efectivamente ejercida dentro de un real imperio de la Constitución y de la ley.                       

Nada de eso está funcionando adecuadamente en Venezuela en los últimos años. Lo cual, añadido a la grave situación económica y social, ha conducido a un caos, a una verdadera crisis y ha llevado a Venezuela al borde de una guerra civil.                       

Hacemos votos por una solución equilibrada e incruenta, que signifique la aplicación del Derecho y la vigencia de una república genuinamente democrática. Esperemos a los acontecimientos, veremos lo que pasa hoy.