Importante conocer en primera medida ¿qué es la Santa Sede? De acuerdo con la definición dada por (Masferrer 2012) “La Santa Sede es la conjunción de la Iglesia católica universal con la del Estado de la Ciudad del Vaticano, así mismo, son ciudadanos de la Santa Sede los que tienen ciudadanía vaticana y por eso el Papa es su jefe de Estado”. Para (Ranson 2003)fuente de la doctrina canonista, la Santa Sede es sujeto de Derecho Internacional no sólo por sus poderes temporales y como soberano del Estado de la Ciudad de El Vaticano, sino que ante todo e independientemente de tal calificación, en virtud de su primado espiritual universal como institución suprema de la Iglesia Católica. La Santa Sede posee los atributos propios de los sujetos de Derecho Internacional así como el status de observador permanente de Naciones Unidas, privilegio que le permite participar en las Conferencias de dicho Organismo Internacional vetando todas las iniciativas que considere que contradiga la doctrina católica ejerciendo, de esta forma, una influencia decisiva en materias éticas y valóricas al bloquear un eventual consenso con el que se podría aprobar algún documento emanado de la citada Organización.
Ahora bien, ¿qué es el Estado del Vaticano? Por su parte el (Estado de la Ciudad del Vaticano 2007) fue constituido por el tratado de Letrán entre la Santa Sede y el estado italiano, firmado el 11 de febrero de 1929 por Benito Mussolini y el Cardenal Pedro Gasparri. Dicho acuerdo estableció la personalidad del Vaticano como ente soberano de derecho público internacional y su objetivo fue asegurar a la Santa Sede, en su condición de suprema institución de la Iglesia Católica, "la absoluta y visible independencia garantizándole una soberanía indiscutible también en el campo internacional", como se declara en el preámbulo del tratado (…) Así mismo, en El Vaticano la forma de gobierno imperante es la monarquía absoluta y el Sumo Pontífice es el Jefe del Estado, con plenos poderes legislativos, ejecutivos y judiciales. Por su parte, la población de la ciudad de El Vaticano, formada por eclesiásticos, laicos, guardias suizos y comunidades religiosas, se encuentra bajo la autoridad suprema del Sumo Pontífice de tal manera que quienes trabajan en la Santa Sede tienen nacionalidad vaticana o viajan con pasaporte vaticano.
Actualmente Colombia mantiene relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Para la Cancillería, éstas se establecieron en 1835 y se han ido actualizando acorde con las transformaciones socio-culturales de la sociedad y con los preceptos de la Constitución de 1991. Estas relaciones se han caracterizado por una estrecha y permanente colaboración en beneficio de la paz y la convivencia pacífica de la población colombiana. Por su parte Colombia cuenta con representación diplomática en la Santa Sede a través de su Embajada en El Vaticano, a su vez, éste último cuenta con representación en Colombia a través del Nuncio Apostólico.
Éstas determinaciones dan referencia de que más allá de una connotación de carácter religioso, la visita del Papa Francisco tiene una marcada misión diplomática, propia de las que realizan tanto los Jefes de Estado como las distintas Organizaciones Internacionales, las cuales coadyuvan en el posicionamiento político como económico del Estado anfitrión, de ahí que los eventos protocolarios de su recibimiento, el despliegue de seguridad y los actos políticos desarrollados por las distintas autoridades, hicieron parte del orden del día establecido para tal fin.
Por lo anterior es importante analizar ¿cuál fue el objetivo central de la visita del Papa a Colombia? Aunque la respuesta puede desencadenar múltiples facetas, una forma imparcial de responder, sin temor a equívocos, la darían los discursos desarrollados por el máximo jerarca de la Iglesia Católica. Es evidente que la elocuencia, oratoria y preparación diplomática salieron a flor de piel. Su don de movilizar masas, generar emoción, cautivar con sencillez y su habilidad de generar metafóricos mensajes que tocan fibras sensibles, hacen del Papa Francisco un líder de talla mundial.
Lejos está de hacer de sus palabras un sermón, o un discurso politiquero. El mensaje fue incluyente y claro, capaz de señalar evidencias de su preocupación por conocer a Colombia en toda su expresión. Desde el lema del escudo, la estrofa del himno, los colombianismos, la gastronomía, la geografía, hasta su realidad política y social. Pocas misiones diplomáticas dan fe de tanta precisión y concreción de objetivos.
Su discurso, famoso por el rico caudal de frases hoy célebres, ha puesto a reflexionar a muchos sobrepasando la afinidad con la iglesia católica, sus dogmas de fe o creencia en Dios. Expresiones como: “Todo esfuerzo de paz sin compromiso sincero de reconciliación siempre será un fracaso” conlleva al análisis, no solo de una realidad mediata del país frente a sus procesos políticos, sino a una verdad que llama a involucrarse como individuo dentro del propósito de paz. A su vez, cuando expresa: “Hay que huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses sólo particulares y a corto plazo” o “Basta una buena persona para que haya esperanza y cada uno de nosotros puede ser esa persona” son frases que no permiten al interlocutor hacer señalamientos sobre el proceder del otro –cualquiera sea el otro- es una petición de introspección, proceso de sensibilidad humana en la que sí somos afines, como no lo somos en la religión.
Existe en las palabras del Papa Francisco visión internacional con clara connotación de apoyo civil y humanista pero sin intervención negativa o forzada en asuntos de Estado: “No están solos,-dijo-somos muchos los que queremos acompañarlos en éste paso. Éste viaje quiere ser un aliciente para ustedes un aporte que en algo allane el camino hacia la paz” así mismo cuando expresó: “Los animo a dirigir la mirada a los que están excluidos y marginados en la sociedad actual, los que no cuentan para la mayoría y son postergados y arrinconados”. El llamado a la constante reflexión personal sobre las posturas y accionares individuales hace que su mensaje trascienda prejuicios. Un hombre que no se olvida de procurar hacer sentir bien al otro por encima de su propio interés es realmente un líder con autoridad moral, esa que escasea tanto.
Como buen embajador se le vio receptivo ante la presencia de diversas comunidades queriendo con ello vencer la brecha de la diferencia con gestos que lo mostraron involucrado con la cultura siendo esto, la mejor manera de asegurar su vínculo con los locales y ganarse su apoteósico respaldo.
El Papa Francisco con su visita enseñó coherencia. Su discurso fue afín con sus actos. La elocuencia nunca desbordó los límites del respeto y se dirigió sutilmente tanto como Jefe de la Iglesia Católica como representante del Estado del Vaticano, actúo con pulcritud diplomática y moderación religiosa gracias entre otras cosas, al indiscutible don de gentes que le acompaña. La lección de Derecho Internacional dejada por el Sumo Pontífice fue impecable y digna de ser imitada por quienes ostentan la representación de los Estados y que suelen a veces confundir las misiones diplomáticas con el desbordamiento de egos e intereses particulares olvidando que su cara es la de un todo un país y que sus palabras y acciones sólo deben reflejan el anhelo colectivo de presentar la mejor imagen posible ante el mundo. Bueno sería aplicar sólo la diplomacia espiritual.
MARGARITA MARÍA NIEVES ACERO
Directora del Área de Derecho Internacional
Universidad del Sinú Extensión Bogotá
Cancillería. cancilleria.gov.co. 2017. http://www.cancilleria.gov.co/en/internacional/politica/regiones/europa/santa-sede (último acceso: 11 de 09 de 2017).
Estado de la Ciudad del Vaticano. vaticanstate.va. 2007. http://www.vaticanstate.va/content/vaticanstate/es.html (último acceso: 11 de 09 de 2017).
Elio Masferrer. «Pluralidad religiosa en México.» Editado por Patrimonio Cultural y Derechos Colectivos. REVISTA ANDALUZA DE ANTROPOLOGÍA., 2012: 157.
Ranson, John. «LA SANTA SEDE COMO SUJETO DE DERECHO INTERNACIONAL.» Revista Mariana, 2003.