Ni en Guatemala ni en El Salvador ni en Irlanda ni en Sri Lanka ni en algún otro conflicto, ninguna negociación tuvo como telón de fondo el narcotráfico, como sí se dio en el negociado de La Habana entre Santos y las farc. Hoy, únicamente dos organizaciones listadas como terroristas por los Estados Unidos tienen participación política legal en cada uno de sus países: Hezbola en Líbano y las farc en Colombia, que además de terrorista es uno de los grandes carteles del narcotráfico.
Entre 2015 y 2016, con la promoción y apoyo del marxismo-leninismo fariano, se sembraron unas 200 hectáreas diarias de coca, mientras en el mismo periodo el gobierno erradicó 5 por día; a la fecha, únicamente 1500 familias se han inscrito ante las NNUU para sustitución de cultivos ilícitos, de 80 mil que anunció el Gobierno; recientemente en el Cauca, soldados erradicadores fueron agredidos a machete y un civil resultó muerto. Aun no es claro de dónde provino la bala, pero a la cárcel irán los militares y los locales seguirán siendo estimulados por las farc y por agentes cubanos.
El temprano fracaso de las tales zonas de normalización está facilitando un flujo de “combatientes” frustrados que reingresarán al negocio que les da dinero contante y sonante y poder local. Sus jefes, como alias “Cadete”, dan el ejemplo.
El comunismo internacional impuso el narcotráfico como delito conexo al delito político, los narcoterroristas negociaron cupos para narcotraficantes en sus listas para la espuria JEP y al cartel del Golfo le darán tratamiento político, como que el Congreso facilitaría su judicialización. ¿Qué pensará el gobierno de USA, en donde las muertes por intoxicación con cocaína han subido por primera vez en décadas?
El Embajador Whitaker hablo inusualmente fuerte y a pesar de las advertencias de altos funcionarios norteamericanos, el actual régimen nos está transformando en un narcoestado, mientras la fantasía de paz y posconflicto en Colombia se desvanece.
Los campos de coca continúan creciendo con o sin cartel del Golfo y la estrategia de debilitamiento de nuestras FF. MM. persiste. Algunos “analistas” mamertos de postín, alquilados a su Majestad Harald V de Noruega, culpan a los militares de todo el embrollo.
Necesitamos urgentemente dejar de ser el primer productor mundial de cocaína, restablecer el orden social hoy confuso y débil, recuperar el respeto por nuestras autoridades legales y legítimas, especialmente el de la Justicia. Hay que detener la cubanización de las comunidades en áreas de cultivos ilícitos y la desmoralización de nuestra Fuerza Pública a la que alias Timochenko, cínico él, manifestó su intención de perdonar por “tanto daño (que) hicieron a nuestro pueblo”.
La aspersión aérea y la extradición de los capos, incluyendo los de las farc, deben restablecerse.