Legalizadas desde La Habana, las organizaciones paramilitares – tipo militar- denominadas Guardias Indígena o Campesina o Cimarrona, enfrentan con garrotes a nuestros soldados y policías.
Nada que hacer. Imposible disparar. Charlas, diálogos, advertencias, conminaciones, insultos. Cuando el ambiente se caldea, los jóvenes encuadrados, organizados, entrenados y motivados por ambas farc, la política y la armada, (¡Guardia! ¡Guardia! ¡Guardia! corean) del garrote pasan a la piedra.
Tampoco se puede disparar, pues sería desproporcionada la reacción. De ahí, generalmente se salta a la papa bomba, al petardo, al cohete, a la bala y ya se ven los dolorosos resultados. Los cocaleros argumentan que son “personas ajenas a nuestro movimiento” las autoras de los ataques: ¿las mismas de hace 30, 20 años?
Con mayor frecuencia, los indígenas y campesinos en masa rodean las unidades militares y policiales, les arrancan su armamento, los agreden y los arrastran fueran de sus territorios, sometiéndolos a una vergonzosa humillación que ha hecho llorar a curtidos militares. Otras veces los secuestran, “retenciones” dicen ellos, con la seguridad de que nada les pasará legalmente.
¿Qué sucederá en los países civilizado cuando un ciudadano abofetea un policía o le arrebata su armamento? ¿O en otros no tan civilizados como Cuba, Venezuela, Corea del Norte?
Este régimen ha debilitado la moral de nuestras instituciones armadas, llevándonos a la perturbación social y al desgobierno que promueven y requieren las farc para ofrecer soluciones comunistas de igualdad, dicha y felicidad como alternativa de salvación. Conocen la fórmula y la están aplicando.
Un gobierno realista y serio contendría con legitimidad y severidad la violencia primitiva indígena y campesina para evitar que las minorías nos impongan sus designios, promovidos desde Bogotá, en donde los cínicos cabecillas narcoterroristas hablan con voz meliflua de un gobierno de transición que convierta a Colombia en un paraíso gobernado por ellos, a igualdad y semejanza de la Venezuela muerta de hambre, de Nicaragua, el segundo país mas pobre de Latinoamérica, de Bolivia, un narcoestado dirigido por un pseudo profeta inca y de Ecuador, una nación ladroneada por miembros “ilustres” del Foro de Sao Paulo, el mismo que robó en Brasil y en Argentina.
Los ciudadanos debemos alistarnos para darle una soberana garrotera estilo Democracia, es decir, con votos, a las espurias, perversas y acidulantes intenciones electorales de la nomenklatura timochenquista