Dice el artículo 209 de la Constitución que la función administrativa está al servicio de los intereses generales y que se desarrolla con fundamento en los principios de igualdad, moralidad, eficacia, economía, celeridad, imparcialidad y publicidad, mediante la descentralización, la delegación y la desconcentración de funciones.
Eso está escrito, pero no se cumple.
Crisis de las basuras en Bogotá -que de manera inconcebible se prolonga en el tiempo sin solución y dando lugar a serios problemas sanitarios, de salubridad, de ambiente, y a la justificada desesperación de la ciudadanía, que a la vez está llevando a perturbaciones del orden público-. Un claro ejemplo de improvisación, ineficiencia y falta de planeación. Una grave emergencia sanitaria provocada por la improvidencia administrativa. No hay tampoco celeridad, ni eficacia.
Se decidió simplemente, de manera improvisada, suprimir una empresa, pero no hubo previsión ni plan alguno acerca de lo que se haría con el tránsito entre el anterior y el nuevo esquema de recolección de desechos, ni a raíz del daño masivo causado a los trabajadores cesantes, ni ante sus naturales protestas, siendo tan inmediatas las consecuencias de una parálisis en esa actividad de servicio público. Un día de no recolección de basuras en la ciudad comienza a generar problemas. Y llevamos muchos días en la misma situación.
Ahora la administración también improvisa la respuesta ante los reclamos: en vez de adoptar medidas efectivas que resuelvan el problema, culpa de lo ocurrido a la administración precedente, que desde el 31 de diciembre de 2015 no gobierna ni puede adoptar decisiones sobre esta ni sobre ninguna materia en la capital, menos ante un problema creado por la actual administración. Ahora el Alcalde tendrá que responder política y judicialmente por la crisis.
Otro caso de improvisación, éste mucho más grave y a nivel nacional, consiste en algo que era previsible desde hace varios años: el ingreso masivo de venezolanos a territorio colombiano, por causa de la situación política, económica y social del vecino país. No estaba preparado el Gobierno nacional, ni lo estaban los gobiernos de los departamentos y municipios que hoy reciben, en medio del caos, a miles de venezolanos que a diario arriban a sus jurisdicciones. En lugar de planificar lo que debe hacer el Gobierno colombiano, el Presidente ha preferido entrar en el debate político sobre las elecciones en Venezuela, y si las pierde o no el señor Maduro.
Pero el problema ahora está en Colombia, y debe resolverse en Colombia, de manera razonable, con sentido humanitario, pero también con criterio realista sobre lo que conviene a los colombianos. Se tiene una realidad tozuda y presente, que no podemos negar y que llevará seguramente a una enorme crisis humanitaria. Tenemos que ser solidarios y brindar protección y ayuda a los hermanos venezolanos, pero ya se ha visto que no todos los que llegan al país vienen con buenas intenciones, y el Fiscal ha señalado que los delitos cometidos por personas de esa nacionalidad crecen de manera permanente, y no en escasa proporción.
¿Se ha planificado algo, además de improvisadas declaraciones sobre la democracia en Venezuela? ¿Qué tenía preparado la Cancillería? ¿Cuáles son los controles que aplica Migración Colombia? ¿Cómo brindar apoyo a los inmigrantes sin dejar desprotegida a nuestra población? ¿Cómo evitar el contrabando? ¿O la irrupción de productos con cuyos precios no puede competir el comercio colombiano? ¿Qué hacer con los problemas como la prostitución y enfermedades como la aftosa, que estaba erradicada y está regresando a Colombia? ¿Qué hacer en materia de seguridad en zonas de frontera y en nuestras ciudades?
Improvisación, el grave vicio de nuestros gobiernos.
