JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO
Ex Magistrado de la Corte Constitucional
Director de http://www.lavozdelderecho. com/
Nadie se engañe. La presente ha sido la peor, la más vergonzosa y la más aburridora de todas las campañas presidenciales en muchos años. Ha estado signada -diríase que marcada- por los siguientes elementos, a cual más alejados del ideal democrático:
-Le generalizada carencia de ideas, conceptos, programas y propuestas de fondo acerca de los grandes y graves problemas nacionales. Algo expresan algunos de los candidatos de manera casual e improvisada sobre educación, salud, seguridad, paz o trabajo, pero se echa de menos un cuerpo integrado de elementos programáticos que, en las diversas materias, haya sido elaborado a conciencia por las campañas, con el objeto de ser presentado ante el electorado. Como, además, los partidos y movimientos se constituyen como empresas electorales de corta vida, no se distinguen los valores y principios profesados por cada candidato. Ellos están pendientes del impacto que sus coyunturales estrategias tengan en las encuestas y en las tendencias que muestran.
-A este respecto, el país –a falta de programas- se conforma ahora con presenciar el escándalo de cada día, y con escuchar las diatribas, los dardos, las pullas que se lanzan los aspirantes, todos empeñados en buscar las frases más ofensivas e hirientes o los cargos más graves contra sus competidores, bien que se digan directamente por ellos o por sus columnistas amigos. Lo de menos es el daño que se cause a la honra y al buen nombre, con tal de obtener unos puntos adicionales en las mediciones sobre voluntad de voto.
-La llamada “guerra sucia” -denominación con la cual se conoce la estrategia política consistente en desacreditar al contrario mediante rumores, chismes, sindicaciones o descalificaciones consignadas en improvisados libros,informaciones o publi-reportajes, con expertos asesores malévolos (mientras más dañinos sean, serán mejor pagados)- ha logrado reemplazar los programas de gobierno y el apoyo científico, técnico, político o jurídico de asesores honestos.
-No hay ya debates por televisión, con la presencia de todos los candidatos, dispuestos a explicar sus proyectos de administración y los planes que emprenderían en el país si lograran ganar las elecciones. En los foros académicos o políticos participan dos o tres de los candidatos, que son capaces de formular propuestas con cierta seguridad y sin el riesgo de que una palabra mal dicha les quite votos o se los incremente al contradictor.
-Una notoria falta de compromiso de los candidatos, en su mayoría, con el electorado. Como si estimaran que los ciudadanos colombianos somos torpes, a tal nivel de torpeza de creerles absolutamente y a pie juntillas todas sus promesas, que, como lo ha demostrado la Historia, son normalmente incumplidas tras la elección del promesero, o los escándalos que esgrimen contra sus rivales, viendo la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio.
En fin, una campaña mediocre y contaminada por la violencia verbal, pobre en conceptos y rica en basura; que no ilustra, y por el contrario, confunde a los votantes.