El Papa Francisco vuelve a sorprender. No han terminado los ecos de su Encíclica en pro del ambiente y del cuidado del planeta -que es nuestra casa-, ni los de sus justificadas críticas al capitalismo extremo e inhumano, cuando se refiere a un tema que de alguna manera muchos en el mundo estaban esperando.

 

Ha dicho el Santo Padre Francisco dijo que en ocasiones los cónyuges enfrentan problemas, diferencias, discusiones y que son capaces de superarlos y revivir sus matrimonios. Sin embargo, mirando el mundo de la realidad, el Papa reconoció que no todos los matrimonios lo logran.

 

"Hay casos en los que la separación es inevitable. A veces puede ser incluso moralmente necesaria, principalmente cuando se trata de sustraer al cónyuge más débil o a los hijos pequeños, a las heridas más graves causadas por la prepotencia y por la violencia, por el desaliento y por la explotación, por la ajenidad y la indiferencia", sostuvo Francisco en su audiencia general semanal.

 

“Sabemos bien –agregó el Pontífice- que en ninguna historia familiar faltan los momentos en los cuales la intimidad de los afectos más queridos es ofendida por el comportamiento de sus miembros. Palabras, acciones y omisiones que, en lugar de expresar amor, lo sustraen o, aún peor, lo mortifican”. Y dijo que cuando estas heridas son descuidadas se agravan y se transforman en prepotencia, hostilidad, desprecio.

 

“Y en ese punto pueden convertirse en laceraciones profundas que dividen a marido y mujer, que inducen a buscar en otra parte comprensión, sostén y consuelo. Pero a menudo estos ‘apoyos’ no piensan en el bien de la familia”, añadió el Papa.

 

De este modo, con gran realismo, Francisco dirige a la familia y a los seres humanos de carne y hueso una mirada más comprensiva que la tradicional doctrina de la Iglesia Católica, que exigía sacrificios muchas veces altamente dañinos para las parejas y sus hijos. Esta de hoy es una posición más cercana al verdadero cristianismo; más humana y protectora de los derechos de las personas.