Opinión: LA PAZ. Por José Gregorio Hernández Galindo. Destacado
Desde el punto de vista político y en especial bajo la perspectiva del futuro de nuestros hijos y nietos, a Colombia le conviene llegar a un acuerdo que, previo diálogo, establezca el cese del conflicto armado.
La paz como tal, completa y definitiva, parece muy difícil y lejana, porque se acaban unos grupos u organizaciones al margen de la ley y de inmediato surgen otros. Pero la terminación del conflicto, al menos con las Farc, puede tener realización. Todos los colombianos queremos que así sea.
Pero, desde luego, para lograr que se doble esa dolorosa página, de más de medio siglo de violencia y muerte, tenemos que hacer algunos sacrificios. Por ejemplo, no se puede aplicar la justicia en todo su rigor, aunque de todas maneras debe haber justicia, adaptada al propósito principal. Y debe aceptarse de alguna manera que los actuales guerrilleros puedan particpar en política e inclusive llegar a cargos públicos de elección popular.
Pero el cese del conflicto no puede darse a cualquier precio. El Presidente Santos, que está comprometido en ello, es el supremo conductor del proceso de paz, y no debe permitir que las reglas las imponga la guerrilla. Unas reglas de juego, que quizá no se fijaron desde el principio –y eso ha llevado a inconvenientes que en estos tres años han venido retrasando el logro del objetivo-, deben ser previstas, y puestas en práctica por las partes.
Aunque el asunto es político, en el Estado Social de Derecho debe obrarse de conformidad con el ordenamiento jurídico. Por eso el Gobierno ha de ceñirse a la Constitución, y no puede apartarse del marco jurídico para la paz, como lo están proclamando los negociadores de la guerrilla en La Habana.
Para decir la verdad, no se ve entre los miembros de las Farc una auténtica y sincera voluntad de paz. Si la tuvieran, no habrían causado tan grave daño a la infraestructura energética y petrolífera del país. Ni estarían asesinando diariamente a miembros de la Fuerza Pública. Ni seguirían secuestrando. Ni reclutando jóvenes y niños para llevarlos a sus filas y al crímen.
La paz es un objetivo de todos. Pero los sacrificios no los podemos hacer solamente las víctimas –que lo somos todos los colombianos- sino también los victimarios, que deben reconocer sus crímenes, como algo indispensable para comenzar.
Jose Gregorio Hernandez Galindo
Expresidente de la Corte Constitucional de Colombia y director de la publicación “Elementos de Juicio. Revista de Temas Constitucionales” y la emisora "lavozdelderecho.com".
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