Es grave lo que está pasando en Bogotá y en muchas ciudades y municipios del país en materia electoral, y nos parece que el Consejo Nacional Electoral y la Registraduría Nacional del Estado Civil deben adoptar con carácter urgente alguna medida que restablezca los derechos políticos a muchos ciudadanos.

 

¿Qué ha pasado?  A siete días de las elecciones del 25 de octubre, se están recibiendo en los medios de comunicacion miles de quejas de ciudadanos cuyas cédulas de ciudadanía han sido dadas de baja por decisión de la autoridad electoral –que se comunica mediante mensajes de texto-, bajo el cargo de transhumancia electoral, por el solo hecho de haberse inscrito para votar en un lugar distinto de aquél en que venían sufragando.

 

En otros términos, muchos ciudadanos se verán en la circunstancia de no poder votar el próximo domingo porque su cédula ha sido excluida, suponiendo  la autoridad electoral, sin probarlo, que la nueva inscripción corresponde a un caso de transhumancia, es decir, al traslado masivo de votantes de un lugar a otro del país para hacer fraude en las elecciones; para aumentar la votación por determinados candidatos. Una práctica, por supuesto, detestable, contra la cual está muy bien que las autoridades electorales hayan iniciado una campaña que garantice la transparencia de los comicios. Pero que debería adelantarse sobre la base de la buena fe de los sufragantes, que según el artículo 83 de la Constitución, debe presumirse.

 

Es decir, no se puede partir del supuesto erróneo de que todo ciudadano que cambia, mediante inscripción de su cédula, el sitio en que ha de sufragar –por ejemplo, por cambio efectivo y real de domicilio, o por comodidad dentro de la misma ciudad, por razones de distancia, etc.- , está, por ese solo hecho, en la hipótesis de transhumancia electoral.

 

En esto hay que tener mucho cuidado, porque se pueden estar violando los derechos fundamentales, y los derechos políticos. Vendrán seguramente muchas acciones de tutela, y quizá, para muchos, la solución judicial puede ser tardía, porque no alcanzarán a votar. Y entre tanto, los verdaderos tramposos habrán modificado sus estrategias de fraude electoral.

 

Pasos en falso de nuestras entidades electorales.