OPINIÓN: LIMANDO UÑAS CON UN MARTILLO. JOHN MARULANDA Destacado

10 Dic 2015
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Un alcalde recientemente elegido ha declarado a los cuatro vientos que arreglará la situación de inseguridad de su ciudad “metiendo el Ejército a la calle”. Creer que con visibilizar los soldados en las esquinas, como explica el ministro de Defensa, los delincuentes se cohibirán de hacer lo suyo, es una ingenuidad. Es, además, un craso y repetitivo error de administradores públicos poco serios, un desvarío politiquero, no solo inefectivo sino dañino.
 
Ni entrenados, ni equipados para enfrentar narcomenudeadores, rateros, ladrones, atracadores, fleteros y sicarios, nuestros soldados, sin ninguna protección legal, serán víctimas de estos delincuentes o serán encarcelados por uso desproporcionado de la fuerza, sin contar con el daño colateral propio del uso de armas de guerra. Y como siempre, los gobernantes irresponsables abandonarán a los militares frente a la justicia.
 
Los soldados no son policías y aun para enfrentar la principal amenaza actual contra el Estado, el crimen organizado transnacional, el narcotráfico, las Fuerzas Militares requieren una legislación especial, un entrenamiento específico y un equipamiento particular.
 
Este paliativo ya fue probado temporalmente por el chavismo sin resultados y a pesar de que Venezuela es el segundo país en secuestros del mundo, después de México, en donde los militares están en las calles, y Caracas la segunda ciudad con homicidios del mundo, detrás de San Pedro Sula en Honduras, en donde también han sacado en vano al Ejército a la calle para combatir las Maras, los soldados bolivarianos no cuidan las ciudades.
 
Morales, Correa, Ortega, Rousseff, también lo han intentado y han devuelto los soldados a donde pertenecen, a cumplir las funciones que les competen en un Estado organizado, aunque como dijo el general Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional de México, una vez los militares en la ciudad: “¿Quién toma la decisión de que (...) regresen a sus cuarteles ante la exigencia de la sociedad que sigamos estando en las calles para protegerlos?”. Unidades de Policía Militar, sin embargo, adecuadamente entrenadas y equipadas, podrían ser de alguna utilidad en apoyo a la policía para enfrentar la inseguridad ciudadana urbana.
 
Algo que se va a lograr con esta decisión es desprestigiar la institución más apreciada de los colombianos, a menos que esa sea la intención velada de políticos celosos. La seguridad ciudadana mejorará con un aparato de justicia serio, efectivo e incorruptible, con una policía integérrima, tecnificada y bien paga, pero sobre todo con una moralidad ciudadana sólida, algo casi imposible en la Colombia actual. Sacar los soldados a la calle es una fórmula sonora que ha demostrado ser ineficiente y dañina. Es como limarse las uñas con un martillo.
Una alcaldada al viejo estilo parroquial de políticos poco interesados en arreglar de verdad el asunto de la inseguridad ciudadana.
Modificado por última vez en Jueves, 10 Diciembre 2015 17:30
John Marulanda

Consultor Internacional en Seguridad y Defensa

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