OPINIÓN: La Policía se adapta y los Militares se resignan. Por John Marulanda. Destacado
Ha sido vital e importante para el Estado venezolano el papel de sus Fuerzas Armadas que, con las legítimas armas constitucionales, han permanecido vigilantes del desarrollo en orden y paz de eventos claves del sistema político vigente.
La Guardia Nacional Bolivariana, cuerpo armado de naturaleza civil pero militarizado, llevó el peso principal de la tranquilidad ciudadana durante las pasadas elecciones e instalación de la Asamblea Nacional. Independientemente de quien esté en el poder, La Guardia se acomoda y no ceja en su misión de controlar el orden público en todo el territorio nacional aunque aún sin poder doblegar la galopante inseguridad del país.
Con todo, llama la atención la posición de los militares, de su Comandante el Jefe, General Padrino, quien de declararse un revolucionario chavista comprometido pasó a exhibirse como el riguroso fiel de la balanza en las pasadas elecciones. A pesar que varias promociones de Oficiales se graduaron bajo el padrinazgo de Fidel Castro, un grueso sector militar aceptaría de buen agrado un cambio de sistema político, pero se conforma con ver el desastre. Resignación.
Mientras esto pasa en Venezuela, en Bolivia las Fuerzas Militares son bautizadas como “socialistas, antimperialistas, anticapitalistas y descolonizadoras” por Evo, otro de los émulos del Coronel Chávez, que aspira a eternizarse en el poder con el baladí cuento de que el pueblo “lo ama”.
El mismo cuento chimbo de Correa en Ecuador. Son países en manos de “indispensables” salvadores populistas que venden esperanzas -de paz entre otras- a los ingenuos y a los pobres, a quienes amarran con subsidios, mientras se enriquecen a lomo de los contratistas privados y desperdician los recursos del Estado, como sucede con el PT en Brasil, el Kirchnerismo en Argentina y el Orteguismo en Nicaragua. No hablemos de Cuba que da pena.
En este desastrosos escenario político, Las FF.AA. colombianas resaltan por dos razones: su probada eficacia en el campo de combate y su indeleble subordinación al poder civil. Desafortunadamente ya se ven indicios de cambios fundamentales en la Doctrina, como consecuencia del impune acceso de terroristas a control territorial y a poder político y en los Recursos, debido a la situación económica del país.
Con medios exiguos, embadurnados en la falacia de “el bien del pueblo” y con el contubernio de mandos complacientes o conformes, las FF. MM. y el país se están envileciendo por cuenta de una historia reescrita por mamertos de alquiler, avalada por un fiscal mentalmente anclado en el tercer Reich y sentenciada por alguno de esos jueces españoles que nos juzgan como si aún fuéramos sus colonias. Las circunstancias en la región parecen indicarnos que aunque el país sea conducido al desbarajuste, la Policía se adapta y el Ejército se resigna.
John Marulanda
Consultor Internacional en Seguridad y Defensa
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