Ayer murió en Santiago el ex presidente Patricio Aylwin Azócar, el líder a quien correspondió dirigir los destinos de Chile durante el tránsito a la democracia, tras la caída del dictador Augusto Pinochet.
Tenía 97 años. Había nacido en Viña del Mar el 26 de noviembre de 1918. Ejerció la presidencia entre 1990 y 1994. Abogado, egresado de la Universidad de Chile, se distinguió siempre como ciudadano estudioso y serio. Fue catedrático de Derecho Administrativo en su Alma Mater y en la Universidad Católica, y de Educación Cívica y Economía Política en el Instituto Nacional chileno. Participó en la redacción del Código Orgánico de Tribunales, un estatuto de procedimiento judicial de gran importancia. Fue miembro y presidente del Partido Demócrata Cristiano.
Aunque en un principio se mostró simpatizante del poder militar contra el marxismo, revisó esa posición bien pronto. En 1978 constituyó el "Grupo de Estudios Constitucionales", también conocido como "Grupo de los 24", y se apartó de los procedimientos usados por la dictadura. No fue partidario ni de la Constitución de Pinochet, de 1980, ni del plebiscito convocado para consultar su texto. Participó en la formación del movimiento "Alianza Democrática" y con la Iglesia Católica y dirigentes de distintos partidos y orientaciones intelectuales propuso e Impulsó el "Acuerdo Nacional para la Transición a la Democracia".
Fue muy importante su actuación en la negociación que hubo de adelantarse con el gobierno dictatorial para que se introdujeran 54 reformas a la Constitución de 1980, que fueron aprobadas mediante plebiscito de 1989. Ese fue un paso fundamental para iniciar el proceso de restauración democrática y para sacar a Chile de las garras de la extrema derecha.
Como presidente fue trascendental su iniciativa de crear la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, presidida por el jurista y ex-parlamentario Raúl Rettig, que, en marzo de 1991, divulgó el "Informe Rettig", sobre las múltiples violaciones a los derechos humanos durante el Régimen Militar, y acerca de los numerosos muertos y desaparecidos por causa de la dictadura.
Lo conocí personalmente en Santiago en 1990, y encontré en él a un conciliador convencido de la democracia. Paz en su tumba.
