En ella, uno de los “duros” de la Institución que impidió que los terroristas de las farc asaltaran el poder y nos sometieran a sus designios estalinianos a punta de balazos, declara: “... es el momento de mostrarnos más sólidos, más fuertes, más unidos entre activos y retirados, pero estamos viviendo todo lo contrario, nos vemos débiles, desunidos, desconfiados y rechazándonos los unos a los otros”.
¡Qué triste radiografía de la Institución más querida por los colombianos!, y qué profunda incertidumbre sobre lo que viene ahora que se está reescribiendo la historia nacional desde Cuba, con el guion del Foro de Sao Paulo, y en la cual los Héroes de ahora serán los villanos de mañana –el general Mora está en tránsito de convertirse en Barreiro, rendido en La Habana- y los narcoterroristas de hoy, serán los nuevos libertadores: alias Romaña, será un moderno Rondón.
En breve, nuestras tropas ya no podrán combatir a un enemigo embilletado por el narcotráfico, con milicias desperdigadas por las ciudades y con autonomías territoriales protegidas por militares extranjeros, socialistas de Evo Morales entre ellos, y a este paso, nuestro Ejército se convertirá en la Guardia Pretoriana de una nomenclatura comunista, que nos envilecerá a los colombianos al estilo Venezuela. Lo más grave es el riego que representa la debilidad y desunión de nuestras Fuerzas Militares, activas y de la Reserva, en una posible transición a una paz estable en el país, a lo que se agregaría la radicalización de que por lo menos la mitad de la ciudadanía, escéptica sobre el negociado de La Habana. Otro ciclo de violencia se desataría.
La Reserva Activa de civiles, soldados, suboficiales y oficiales, ciudadanos que han recobrado la totalidad de sus derechos civiles y que tienen la libertad de disentir y decir no, es una de las pocas estructuras que pueden enfrentar el embate que se avecina contra la democracia colombiana, en nombre de la paz y bajo la férula del miedo. Solo falta dejar las emociones cuartelarias de lado y organizarse para derrotar de nuevo, ahora sin armas, este revitalizado enemigo de la patria.
La carta del General Mora es una grave advertencia que no puede ser tomada a la ligera ni desestimada como una simple exculpación del militar por su presencia en La Habana, polémica por lo demás. Lástima General Mora que usted les crea a los lobos que con denuedo combatió y que ahora se visten de corderos. O a lo mejor, es que estoy equivocado, asustado y tengo un “profundo desconocimiento de la política nacional en el verdadero sentido...”, como lo dice usted en su carta.