Con frecuentes alusiones a la nuclearización, Rusia está empeñada en una disputa territorial contra la Otan y US, en lo que ya se conoce como la Nueva Guerra Fría. El Kremlin tiene dos viejos amigos por estos lares, que ha venido remozando últimamente: Cuba, tutora del negociado con las farc, creadas y alimentadas precisamente por el comunismo soviético en los 60 y la Nicaragua de Ortega, con quien Colombia mantiene una disputa limítrofe, hasta ahora jurídica.

 

Maduro, el nuevo mejor amigo de Moscú en latinoamérica y segundo comprador de armas rusas en el mundo, anunció en diciembre la adquisición de nuevo “material de alta tecnología” militar al tiempo que criticaba la vinculación de nuestras FF. MM. a la Otan, haciéndole el mandado a Putin dentro del juego geoestratégico de “tú me molestas en mis fronteras bálticas y yo te molesto en tu Caribe”.

 

Dejando de lado el comunicado vecino que invoca organizaciones agonizantes como Unasur, Alba y Celac, vale la pena analizar la utilidad de esta internacionalización de nuestras FF. MM., resultado de la nueva doctrina Damasco ideada por la sociedad Santos-farc y que contempla la vinculación a la Otan y el desplazamiento de nuestros soldados a lugares tan distantes y ajenos como el Congo, Afganistán y Yemen, todos en guerras religiosas.

 

Las narcodivisiones de las farc en el oriente del país serán un frente duro de roer, el eln sigue creciendo y asesinando a nuestros soldados y policías semanalmente, el epl ha resucitado y las nuevas bandas narcotraficantes representan una progresiva amenaza para el Estado, un riesgo para este gobierno, uno de los más corruptos del mundo y un peligro para la sociedad, afectada de manera creciente por la inseguridad. Las alianzas estratégicas entre el narcotráfico y los grupos islamistas extremistas son otra consideración que nos hace pensar si no nos estamos metiendo en problemas: al Qaeda, Isis y Hamas merodean permanentemente por estas tierras, entretanto, Hezbola se asienta con el apoyo del chavismo.

 

Mientras algunos círculos de “gente bien” reclaman el haber desarmado a la sesentona nomenclatura fariana transformándola en farándula, nuestro Ejército parece encaminarse hacia un anhelo de impronta personal que terminará por instaurar dos ejércitos, pues no se puede crear un Ejército posmoderno con los soldados más pobres de un país tercermundista.

 

Finalmente, las políticas geoestratégicas de Seguridad que impulse Trump, marcarán el avance de Rusia y China en la región, el rumbo del involucramiento de nuestras FF. MM. en la Otan y los futuros movimientos militares venezolanos.

 

Camino a Damasco, Siria -en donde hoy se juega la paz mundial-, Saulo de Tarso iluminado por Dios, supo que la primera tarea de todo buen líder es conciliar la realidad con los sueños. Alegoría muy útil hoy, aquí.