La madurez democrática, institucional y jurídica de la Corte Constitucional se hizo sentir y puso a rabiar a las farc, acostumbradas a imponer sus designios rápida y eficazmente, a punta de fusil. Entretanto, la “docencia” propagandística del gobierno sobre la supuesta paz alcanzada en el negociado con los narcoterroristas, contradice la realidad.
Hoy, la Seguridad Pública está signada por 33 homicidios diarios. Cada hora un colombiano es asesinado; somos el tercer país más corrupto del mundo y la impunidad sobrepasa el 90 %. Para rematar, somos el primer productor mundial de cocaína, origen, causa y motor del desbarajuste de nuestra seguridad interna, ahora agravada con las acciones y amenazas del poderoso Cartel del Golfo, dirigido por un exfarc, familiar cercano de un negociador fariano en La Habana.
La inseguridad urbana es tan delicada que los militares, a pesar del cambio de doctrina impuesto por el equívoco habanero, vuelven a la calle con los Batallones de Fuerzas Especiales Urbanos, el primero de los cuales se activó la semana pasada en Medellín. Una medida que conllevará un desgaste institucional inoportuno ahora más que antes, ya que la seguridad externa, la defensa nacional, preocupa.
Sin renunciar a la combinación de todas las formas de lucha –inclusive la violencia abierta o discreta, selectiva o general- las farc aún con fusiles en la mano y misiles al hombro, anuncian su apoyo irrestricto a la dictadura madurista atiborrada de cohetes, helicópteros de ataque, aviones y tanques rusos, aviones de ataque chinos y corbetas europeas, todo un arsenal presto a entrar en acción.
El jefe del Comando Sur advirtió de una crisis regional debido al desastre chavista; el director de la CIA alertó sobre un desafuero armamentístico originado en Caracas; desde Europa dizque la Otan anunció que estaba lista a intervenir en el vecino país y cuatro senadores norteamericanos ofrecieron al demeritado Santos ayuda militar para disuadir a Venezuela de iniciar una guerra. Todas estas alertas tempranas se oyen mientras el Mindefensa colombiano reclama un faltante presupuestal de $3.9 billones, que pone en riesgo la operatividad de nuestra FFPP, incluyendo hasta la posibilidad de desabastecimiento de las cargas básicas de munición de nuestros soldados. Muy preocupante.
Cualquier incidente, por mínimo que sea, puede desencadenar la crisis militar que los Estados Unidos prevé, el chavismo acaricia, el santismo desdeña pero su narcosocio comunista farc incluye en sus planes y frente a la cual, Colombia solo respondería con ruegos de paz y un costalado de quejas y reclamos. Todo esto sin hablar del asunto nicaragüense.
A la distancia, Rusia, Irán y China observan maquiavélicamente la dinámica del triángulo Managua-La Habana-Caracas, con Bogotá en el centro de cualquier posible convulsión. Entretanto, Maduro moldea la justificación para un acontecimiento militar fronterizo.