Una campaña política tiene el sentido y la razón de ser en la comunicación entre los candidatos y sus posibles electores, con el objeto de que los primeros presenten sus ideas,  propuestas y programas, así como sus criterios acerca de los problemas que afectan a la comunidad y la manera en que los enfrentarían desde sus cargos, de modo que los segundos, debidamente ilustrados e informados, procedan a decidir por quiénes votarán.

En la última época, en Colombia, no es ese el sentido de la campaña. Se prefiere el camino fácil de la descalificación del contrario, el denuesto, el insulto, la calumnia, el montaje, el descrédito. Para ello, las redes sociales -que corresponden a valiosos adelantos de la tecnología,  dignos de mejor uso- se han convertido en maravillosos vehículos, no para informar sino para desorientar, para la guerra sucia. No se exponen los objetivos que buscaría cada candidato en el ejercicio de su actividad, si es elegido, sino los defectos -reales o artificialmente creados- del rival político. No importa si se afecta su honra, su buen nombre, su intimidad. Y no importa porque precisamente eso es lo que se busca: se parte de la base errónea según la cual ello resalta las propias virtudes.

Es una aplicación del viejo concepto atribuido a Nicolás Maquiavelo, cuyo sentido consiste en que el fin justifica los medios. En lenguaje actual: todo vale. 

¿Y los problemas del país?  ¿No deberían referirse a ellos?  No. Eso es anticuado y hace aburrida la campaña. No lo aconsejan los asesores. Se causa menos impacto porque no hay morbo. No es espectacular. Además implica trabajo, esfuerzo, estudio cuidadoso, capacidad de análisis, mientras que el ataque al contrincante, sin preocuparse por las pruebas, resulta mucho más sencillo. 

Nuestra opinión es exactamente la contraria. hay que modificar esa perniciosa costumbre, y los electores deberíamos comenzar por descalificar de entrada al candidato cuyos seguidores descalifiquen o hagan uso de la guerra sucia. Ello muestra su falta de ética. La inexistencia de valores, de principios, de programas, de propuestas.  

¿Por qué, en vez del ataque al rival, los candidatos no dicen lo que piensan en hacer contra la corrupción, el narcotráfico, el microtráfico, el terrorismo, la inseguridad?. Digan cuáles son sus políticas en materia económica y social. ¿Qué hacer por la ecología y los recursos naturales? ¿Qué proponen hacer con el desempleo, la pobreza, la desigualdad, el abandono de muchas regiones, el ingreso de venezolanos a Colombia?. Se necesitan más programas y planes de desarrollo que guerra sucia.