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En Latinoamérica, la izquierda ridiculizó a los gobernantes militares graduándolos de simios. Se habló del “gorilato”, para deslegitimar cualquier racionalidad en las drásticas ejecutorias de gobiernos encabezados por uniformados. Eso sí, a Fidel nunca lo graduaron de “Gorila” y no sé si a Franco lo tildaron así en España.
Hoy, ante la insurgencia de la derecha, parece repetirse lo de los 60s. El ex presidente español González se duele de una “… crisis por esta oleada de machos alfa gobernantes, del norte al sur del continente, empezando por Estados Unidos y ahora en Brasil”.
Esta quejumbre va más allá, pues la organización prototípica de los machos alfa es la de los babuinos, primates catarrinos del género Theropithecus. Entonces, según González, en América somos unos mandriles incapaces de elegir líderes políticos que consideremos los más oportunos y adecuados para nuestro futuro, con derecho a equivocarnos, claro.
Por supuesto que para las mamertadas criolla y europea, ni Castro, ni Ortega, ni Maduro, son machos alfa. Tampoco Putin, Jinping, Puigdemont, Iglesias, ni son dominatrices Merkel, ni May. Ni Lee Kuan Yew, autócrata que ordenó a Singapur y la llevó a donde está hoy.
Aunque evolucionistas como Hawley y Miller han desmontado el mito del macho alfa y en “Memorias de un primate” (Salpolsky, 2015), una manada de babuinos sostuvo comportamientos prosociales en las relaciones de poder, a muchos políticos eurocentristas y a burócratas internacionales no les gusta que en estas tierras nos alejemos de la palabrería academicista de la izquierda, de su ladronismo y de su viciosa ética progre. Viven de eso y se apoyan en la caricatura para asustar incautos.
Si fue un lapsus del dirigente ibérico, se entrevé cómo nos siguen percibiendo los europeos desde el fondo de sus sentimientos. Pero, cuidado, que de repente estos babuinos sudacas podemos ser la salvación del deterioro poblacional, la reconquista islámica y la desechabilidad humana en la que están sumiendo a los europeos la bio y la info tecnologías que tanto asustan a Noah Harari, escritor de moda.
González debiera referirse con mejor tino a la actual política latinoamericana que vira a la derecha, a Estados Unidos que paga la seguridad de su Viejo continente y a todos nosotros, aterrorizados con la hecatombe venezolana, sostenida a contrapelo por políticos españoles.