Miraflores, siempre posando de víctima, ha venido pre constituyendo la prueba verbal de una inminente acción bélica en su contra para tratar de presentar como legítima defensa una posible agresión suya. Colombia está en el centro del interés de esa manguala y no se puede descartar ningún escenario. Aunque pensar en una ofensiva militar desde Caracas es una locura, la irresponsabilidad con la que arruinaron al país más rico de la región no nos augura mucha sensatez de parte de los enajenados marxistas-leninistas que insisten en reavivar una doctrina con 120 millones de muertos a cuestas.
Como si fuera poco, el Instituto Brookings vaticina 8 millones de migrantes venezolanos en dos o tres años. Esto alterará toda la región, pero principalmente a Colombia que colapsaría ante la mayor migración mundial de las últimas décadas, en lo que algunos analistas miran como una estrategia perniciosa de posesión territorial disimulada. ¿Se caotizará Latinoamérica, sin que nadie tome medidas? ¿Cuarentena a Venezuela? Brasil y Estados Unidos tienen la palabra.
Pero el asunto va más allá porque el estalinismo insiste en querer imperar en la región. Ego Morales impone su incanato por sobre la voluntad del pueblo y aplaude a Maduro; Ortiga también lo aplaude mientras cierra diarios, arresta contradictores y asesina estudiantes; Castro reseca a Maduro y controla las FANB; AMLO mira con disimulo hacia acá en tanto negocia con Trump. Rusia anuncia una base militar permanente en, como no, Venezuela; China continúa apuntalando estratégicos puertos a lo largo del continente y desde Ankara, Erdogán entregará comida a los chavistas a cambio de toneladas de oro.
Quedamos ahora a la espera del arribo de los buques de guerra Sahand iraníes, estos sí muy modernos y con Alá en la proa, como las carabelas de Colón con la cruz cristiana en su arboladura, hace quinientos años.
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