No hay necesidad de pertenecer a los partidos de oposición para defender la soberanía de Colombia, el imperio de la Constitución y la aplicación estricta de sus reglas, ni para exigir al Gobierno Nacional que se abstenga de comprometer a Colombia en estrategia o procedimiento alguno de intervención militar norteamericana en Venezuela, y de prestar nuestro territorio con ese objeto. Ello conduciría a una guerra con el vecino país, con todo su nefasto significado, y con las impredecibles consecuencias que tendría para los colombianos. La guerra no es una opción.

A nuestro juicio, ya que la ilegitimidad del gobierno de Nicolás maduro es manifiesta -de ello no cabe duda-, es correcto lo que ya se ha hecho por parte de Colombia, es decir, la manifestación expresa en el sentido de no reconocerlo como tal. Y todo, al respecto, debe desenvolverse dentro de los parámetros propios de la diplomacia y del Derecho Internacional, así como de la Carta Política colombiana, que para el tránsito de tropas, naves o aeronaves de guerra extranjeras por nuestro territorio exige previo concepto del Consejo de Estado.

Ahora bien, Colombia, en virtud de su soberanía, no depende de las decisiones que adopte en esa materia el presidente de los Estados Unidos Donald Trump, ni tampoco de su Secretario de Seguridad John Bolton. Por ello -lo decimos con todo respeto- nos extrañó tanto el silencio como la tácita aceptación de nuestro Jefe de  Estado -durante su reciente visita a Washington- ante la actitud de Trump cuando una periodista le preguntó por las notas de Bolton en la famosa libreta amarilla. La idea que transmitió Trump, con la enunciación de las letras del alfabeto para enunciar sus planes y al reservarse la respuesta -positiva o negativa-, no fue otra que la de hacernos entender que todo depende de su voluntad, su decisión y su deseo, el  del presidente norteamericano sobre tan delicado asunto. Y el nuestro aceptó todo. Después, en reportaje concedido a la Voz de los Estados Unidos, ante la misma pregunta, el Dr. Duque fue evasivo y habló solamente del "cerco diplomático". A mi juicio, ha debido responder de manera contundente que Colombia no reconoce el régimen de Maduro pero que de ninguna manera ofrecerá nuestro territorio, ni participará en una intervención militar en Venezuela. Ello habría disipado las muchas dudas que, infortunadamente, persisten.   

No hay como las respuestas seguras y claras.

Y Nicolás Maduro, por su parte, debe permitir el paso de la ayuda humanitaria con destino a los miles de venezolanos afectados por su régimen.