La conducta de las FARC, no obstante los diálogos que se adelantan en La Habana, en los cuales los colombianos hemos abrigado fundadas esperanzas de paz, es una actitud incomprensible. Los numerosos actos de terrorismo perpetrados en distintos lugares del país que han dejado muchas víctimas de la población civil –niños incluidos-, y causado enormes daños a la infraestructura energética nacional, constituyen inaceptable expresión de falsedad y engaño. Es una actitud desleal, incompatible con cualquier propósito de paz o de terminación del conflicto.
Definitivamente los líderes de la guerrilla no tienen verdadera y legítima voluntad de reconciliación, ésta no se consigue mediante la violencia ni involucrando a la población civil en un conflicto que ella no ha generado y por el contrario ha sido víctima durante cincuenta años.
¿Qué quieren las FARC? ¿Romper los diálogos? ¿Precipitar la terminación del proceso de paz? ¿No tener que responder a sus víctimas por los muchos crímenes de guerra y de lesa humanidad que han cometido? ¿No comprometerse a entregar las armas o abandonar el secuestro y el narcotráfico?.
Hemos escuchado las advertencias recientes del Presidente Santos en el sentido de que no acepta los ataques contra la población civil y contra el medio ambiente. Y bien podría ocurrir si el terrorismo continua que una vez más los colombianos presenciemos el derrumbe de un largo y costoso proceso de paz y que sigamos en la guerra. Algo en verdad lamentable.