La paz sería imposible sin la verdad. Sin el conocimiento por parte de la sociedad y de las víctimas del conflicto, acerca de lo que realmente ha ocurrido en el país en los últimos lustros por culpa de muchos sectores. Y sin la reparación.
De ahí la importancia de la Comisión de la Verdad y de todo lo que se dijo ayer durante al Foro “Cultura de Paz y Justicia Transicional”. Como expresó el Presidente Santos, todos los sectores sociales y políticos deben preguntarse su cuota de responsabilidad y contribuir a la satisfacción de los derechos de las víctimas.
Pero debe precisarse que los primeros obligados a ese reconocimiento son los victimarios. Este llamado presidencial no puede llevarnos a ignorar quiénes son los principales responsables: guerrilleros, paramilitares, agentes estatales que hayan traicionado a la sociedad. La verdad, la justicia, la reparación y la garantía de no repetición –que son las bases esenciales del proceso de paz- tienen que comenzar por el reconocimiento que los victimarios hagan de sus crímenes y de los daños enormes que han causado a las víctimas, a la comunidad, al Estado.
Son precisamente esos victimarios quienes, ante todo, deben decir la verdad –pues no a medias, sino completa-; y responder en efecto, reparando a las víctimas.
Desde luego, no hay víctimas de primera y segunda categoría. Todas –de la guerrilla, de los paramilitares, de los agentes estatales- deben estar en el mismo plano, conocer la verdad y obtener la reparación.