Por paradoja, la Semana Santa –tiempo destinado a sembrar y estimular en las conciencias el amor, la paz y la reconciliación entre los seres humanos-, este año estuvo marcada por la violencia.
Primero, los ataques terroristas perpetrados mediante bombas accionadas por fanáticos suicidas en Bruselas, causando al menos 32 muertos y más de 230 heridos. A ese respecto, y como reacción, el domingo de Resurrección movimientos de extrema derecha sabotearon un homenaje público a las víctimas, llamando al odio contra el Islam y los refugiados, aunque ninguno de ellos es culpable de lo ocurrido: los refugiados son víctimas, que han salido de sus países huyendo de la violencia. Y la religión musulmana no es la responsable de la interpretación extrema que parte de sus creyentes ha hecho del Corán y de la doctrina de Mahoma.
Ese mismo día, en Lahore -Pakistán-, la acción de un terrorista suicida causó en un parque repleto de niños la muerte a 72 personas y heridas a otras 360.
En nuestra frontera con Venezuela fue baleado un dirigente político de ese país, al paso que en Colombia se desató la violencia contra miembros de la Policía Nacional -un agente muerto en Corinto (Cauca) en confusos hechos, y tres asesinados por sicarios en Cartagena-. Dos policías más fueron muertos en Nariño. Y, como ya es habitual, violencia sexual contra los niños: en un caso aberrante, una niña de apenas dos años fue violada por un pariente suyo, mientras otro criminal confesaba haber asesinado a una niña de 9 años en Villeta para vengarse de su abuela, sabiendo que los altos tribunales conceden beneficios penales a los violadores, so pretexto de derechos.
Para completar las paradojas, durante la Semana Santa murieron dos religiosos católicos a los que la Humanidad debe mucho: en Bogotá falleció a los 90 años el padre Javier de Nicoló, de origen italiano, quien rescató a miles de niños y jóvenes de la calle, la miseria, y el hambre, evitando que se convirtieran en delincuentes. Y el domingo de Pascua la monja Rita Rizzo (92 años), más conocida como la Madre Angélica, fundadora de la Eternal Word Television Network (Red de Televisión de la Palabra Eterna), EWTN, murió en el monasterio rural donde vivía, cerca de Birmingham.
Mientras actuaban los enemigos de la Humanidad, se nos fueron para siempre seres amables, que dedicaron su vida al servicio de ella. Paradojas de la vida... y de la muerte.