Hace tiempo lo dijimos, y cada día lo confirmamos: por causa de la polarización existente y por la falta de madurez política de muchos, la presente campaña por la presidencia de la República, tanto en las plazas públicas -en donde no ha faltado el abucheo y el insulto- como en las redes sociales -en donde ahora se encuentran hasta amenazas de muerte-, se ha caracterizado por las actitudes violentas y el maltrato. Partidarios de un candidato resuelven atacar a los de otro, o al aspirante mismo, pero no con ideas o propuestas inteligentes, ni con argumentos, sino mediante los falsos datos, los montajes, los videos alterados, la grosería, la vulgaridad, el irrespeto y la patanería. Llevando las campañas a niveles tan bajos que las redes sociales -concebidas con fines muy distintos y que se podrían aprovechar en beneficio del diálogo fecundo y de la libre expresión- en verdaderas cloacas de las que muchos se están retirando.

Conocemos a los candidatos y confiamos en que, con independencia de sus ideas políticas y de sus criterios divergentes, si aspiran a dirigir el país, será porque son personas incapaces de propiciar intervenciones de características tan deplorables, inclusive delictivas algunas de ellas. Y, por tanto, no les endilgamos responsabilidad alguna por acción, es decir, por instigar o practicar esa violencia mediática o virtual. Empero, también tienen un deber moral, con sus partidarios y con el país:  si no desautorizan este tipo de conductas, podrían ser responsables por omisión. Creemos que ellos deben rechazar clara y abiertamente a quienes en su nombre ingresan a las redes sociales para ofender y amenazar. Deben ser conscientes de que su silencio o su aceptación de esta clase de comportamientos no los beneficia, ni siquiera en materia de votos, porque al relacionarlos con estas formas de propaganda, no son pocos quienes deciden cambiar su intención de voto.

Faltan pocos días para la elección. Deben ser aprovechados positivamente. Para reflexionar en el futuro de Colombia. Para evaluar y comparar programas y para decidir por quién se vota. Sin admitir presiones indebidas y sin manipulaciones.  

! Ah ! Y respetando la voluntad y la intención de voto de los demás. El sufragio es un derecho y cada uno decide su voto. Que es secreto. Pero, si decide divulgarlo, ello no debe dar lugar al indulto, a la grosería ni a la amenaza por parte de quienes tienen un candidato distinto. Seamos civilizados.