La falta de autoridad es el combustible que alimenta la ambición de quienes inescrupulosamente destruyen el patrimonio ecológico. No existen sancionados, ni ordenes de demolición, sencillamente existen rellenos que incrementan su área con el pasar de los días, mientras los curadores dan licencias, las notarías otorgan escrituras, la oficina de registro de instrumentos públicos permite la creación de matrículas inmobiliarias. La masacre del mangle y la destrucción del medio ambiente se legalizan con títulos de propiedad.
El medio ambiente no tienen quien lo defienda. Las alcaldías menores, los inspectores de policía, los encargados del control urbano, no hacen su trabajo, el medio ambiente no tiene doliente, tal vez porque no le interesa a nadie. Es hora que se realice un inventario de zonas protegidas, que se prohíba la expedición de escrituras y la creación de folios de matrícula sobre los predios aledaños a los cuerpos de agua de las ciénagas y humedales, pero es hora que de manera ejemplar se sienten precedentes y se recuperen los terrenos invadidos, se restablezca el manglar talado y se repare el daño causado al medio ambiente por las construcciones en zonas de especial protección como son las orillas de los cuerpos de agua de la ciudad.
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