El interés general, ha estado desprotegido por muchos años, la corrupción y la desidia han construido la desordenada ciudad del presente. Los hoy damnificados o víctimas, pasaron de ser infractores a poner en peligro sus bienes y sus propias vidas. La pobreza no es patente para construir a orillas de un caño, ciénaga o fuente de agua; la necesidad no puede ser el motivo para invadir un cerro, deforestarlo y construir una vivienda ante el evidente peligro que con las lluvias pueda colapsar.
La irresponsabilidad de edificar sin la observancia de las normas urbanísticas ha permitido la construcción de grandes edificios con sótanos y sin el número de parqueaderos que se requieren, hasta levantar ranchos de tabla en los manglares. Desde Bocagrande hasta el Pozón, las normas urbanísticas no son respetadas, el abuso y la irresponsabilidad no distinguen de estratos socioeconómicos.
Lo vivido este fin de semana y durante muchos años para esta misma época, nos enseña que no tenemos memoria, que recibimos los gobernantes que nos merecemos, que la ciudad no está preparada para una emergencia, que debemos respetar las distancias entre las construcciones y las fuentes de agua, que no debemos deforestar los cerros, y aprender con urgencia que debemos ser responsables y escoger muy bien a quién elegimos para que gobierne nuestra ciudad.
La gracia y el poder de Dios, detuvieron las lluvias, a pesar de los pronósticos, el Gran Arquitecto del Universo, hizo que el sol con su brillo reviviera la esperanza, nos libró de la tragedia, ahora pidamos que nos libre de la corrupción y que llegue un gobernante que trabaje por la reorganización de la ciudad. De los malos gobernantes, ¡líbranos Señor!
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