El guardián supremo de la Constitución, por primera vez en la historia de la vigente Carta Suprema, está conformado por cinco mujeres, que por sus méritos decoran tan honorable institución. Institución que ha estado filtrada por personajes de dudosa reputación, como Jorge Pretel Chaljub, Alberto Ríos Rojas, el primero de ellos, retirado de la magistratura y el segundo se las arregló como pudo para terminar su periodo.
Con sorpresa recibo la noticia sobre la prohibición de la pesca deportiva en Colombia, por ser considerada una forma de maltrato animal. Jamás he practicado este deporte, pero se vienen a mi mente, recuerdos de mi infancia cuando en épocas de subienda en el rio magdalena, justo en Honda, Tolima, debajo del puente, observaba el espectáculo denominado “la subienda”. El agua del rio magdalena era superada por los millones de pescados que saltaban, para abrirse en contra de la corriente, mientas los pescadores, con sus chinchorros y atarrayas, los atrapaban por centenares. Bocachicos, nicuros, sardinas, capaz, dorada, bagres, eran apilados a la orilla del rio, esperando que llegaran los compradores. En esa época no existían los celulares con cámara, pero las imágenes de ese espectáculo, están registradas en mi memoria para siempre.
Nunca pensé que estos pececitos fueran “seres sintientes”, la pesca deportiva, me parece una disciplina que pone al límite la paciencia. Casualmente me ha llamado la curiosidad, la gran demanda de aficionados, tan grande que en USA, existen almacenes enormes, dedicados a la venta de artículos de pesca.
Me gustaría conocer los antecedentes, que motivaron a la Honorable Corte Constitucional, para tener el convencimiento del maltrato y dolor, de los atunes, marlines, petos, dorados, picúas o barracudas, para tomar la decisión de suspender la pesca deportiva.
Desde que tengo uso de razón he escuchado que el pez chico, es el banquete del pez grande, OJO, no aplica para las pirañas del rio amazonas. Al preguntar sobre el destino de los peces capturados durante la pesca deportiva, a algunos conocidos que practican la disciplina, me aseguran que los que no son destinados a la buena cocina como alimento, son devueltos al agua, siendo esta última, el destino mayormente empleado, en especial, cuando la pesca se practica en ríos de lugares apartados.
Entonces no entiendo donde esta el peligro con la extinción de especies, o la afectación psicológica de los pescados, ni un estudio que revele cuanto es el tiempo de vida de un pescado. Existen temas mas trascendentales, para la conservación del medio ambiente y del planeta, por ejemplo, sacar de circulación vehículos de modelos viejos, la minería ilegal, la contaminación de las industrias, incluyendo las refinerías, la ausencia de plantas de tratamiento de aguas residuales. Si los enumeramos, son cientos de problemas, que trascienden verdaderamente y que destruyen el planeta. Seguimos utilizando recipientes de plástico e icopor, sabiendo el gran daño que causa, y muchos temas de gran importancia, que merecen la misma o mayor atención que los pescaditos de nuestros ríos y mares.
Señores magistrados, también son seres sintientes, los reclusos asesinados en las precarias cárceles, los niños de la guajira, los de Cartagena que mueren a causa del dengue, y los de los centros despoblados, que se quedaron sin conectividad, porque una ministra así lo permitió. Todos los colombianos somos “SERES SINTIENTES”, que necesitamos la protección del Estado.
Considero que estamos divididos en dos grandes grupos: los que sentimos el dolor, el abandono, la corrupción, la falta de garantías, y los que no sienten nada. Espero que la atención y dedicación que demostraron defendiendo a los peces, la apliquen para defender los derechos humanos fundamentales de los colombianos, que son transgredidos por de forma permanente.
También me pregunto si las próximas decisiones encaminadas a la protección de los animales que expida la Corte, será la prohibición del consumo de huevos, toda vez que le impide a las gallinas el ejercicio de la maternidad o que la dignidad de las moscas se conculca, cuando son expulsadas de la mesa y/o los lugares que comparten con los humanos.
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