La palabra “decrecer” la puso de moda la improvisada ministra de minas y energía IRENE VELEZ TORRES, quien a pesar de su inexperiencia y disparatadas intervenciones como ministra, tuvo razón en algunos aspectos.
Debe decrecer el odio, acompañado del irrespeto hacia los demás, la aberrante inseguridad que se apoderó de las calles de nuestras ciudades, la indiferencia del ciudadano para con la sociedad y sus vecinos. Debe decrecer el egocentrismo, o el creer que porque alguien piense diferente está en un error que ayudará a convertir el país en algo peor de lo que hoy se encuentra; debe decrecer el racismo, el “importaculismo” y el ateísmo. Debe decrecer la corrupción, la envidia, la intolerancia, la delincuencia, la desnutrición, la corrupción y todo lo que afecte la sociedad y la sana convivencia.
Los abusos de las autoridades deben decrecer, la politiquería, la ignorancia y la pobreza. La miseria, la mentira y el engaño, la contaminación del medio ambiente y en general, todo lo que destruye el planeta, la sociedad y al ser humano.
Deben decrecer las leyes inútiles, la muerte de inocentes, la justicia a mano propia y la violencia.
Para poder mejorar y alcanzar los fines esenciales del Estado todos tenemos que comprometernos a decrecer.
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