Igualmente está ocurriendo con las políticas que se pretenden imponer. Una reforma tributaria como mecanismo para obtener los recursos que necesita el funcionamiento del Estado, el alza a la gasolina para disminuir el déficit a los subsidios del preciado combustible, pueden ser consideradas como fórmulas improcedentes, si no existe control del gasto público, si los corruptos se siguen saliendo con la suya y con los bolsillos llenos del dinero del Estado.
La solución que se propone es inadecuada, quedaremos engañados como el hombre que vendió el sofá donde su esposa le era infiel.
Con paños de agua tibia no se solucionan los problemas, un país sumergido en la corrupción, saqueado y empobrecido, necesita políticas anti-corrupción, de control fiscal, endurecimiento en el manejo de los recursos.
Los delincuentes andan libres disfrutando de los privilegios que lograron corruptamente. La ingenuidad del pueblo y la complicidad de algunos funcionarios que permiten el abuso de la clase política, nos alejan del esperado y prometido cambio debe iniciar de manera inmediata.
Una vez cometido el acto, es imposible detener la ambición y el deseo de seguir incurriendo en las conductas cometidas. Para evitar las infidelidades de aquella mujer adúltera y acabar con los corruptos que se apropian de los recursos del Estado, tanto vender el sofá, como recaudar más impuestos, resultan ser soluciones insuficientes y desacertadas.
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