El arresto de Alex Saab, recuerda las capturas de otros dos personajes significativos de la estructura criminal y peligrosa en que se ha convertido la camarilla que destroza a Venezuela. Wadi Makled García, un venezolano de origen sirio, señalado como uno de los cinco narcotraficantes mas importantes del mundo y acusado de lavado de dinero y complicidad en el asesinato de un periodista y un ganadero. Involucró públicamente a altos funcionarios del gobierno como Tarek al Aissami, también de origen sirio, generales, ministros, magistrados, gobernadores, a Piedad Córdoba. El DAS lo capturó en Cúcuta en agosto de 2009 y en noviembre del 2010, el Presidente Santos decidió repatriarlo a Venezuela, a pesar que Estados Unidos se lo pidió en extradición. Eran épocas de “luna de miel bajo la lluvia” con Chávez, se justificó el impúdico Nobel.

Ha sido aprobado el proyecto de Acto Legislativo mediante el cual se establece la pena de cadena perpetua para los violadores y asesinos de menores.

Con independencia de la discusión sobre si la reforma aprobada por el Congreso, que contempla la prisión perpetua para violadores y asesinos de niños –asunto que definirá la Corte Constitucional si, como es probable, se presentan demandas de inconstitucionalidad por razones de forma o por una posible sustitución de la Constitución-, conviene subrayar que lo importante, más que el tipo de penas aplicable a esos criminales, es la necesidad apremiante de buscar mecanismos efectivos y reales con miras a la protección de los derechos de los niños, que –como proclama en la teoría el artículo 44 de la Constitución- prevalecen sobre los derechos de los demás.

La gente en sus casas se desespera, más cuando las condiciones de clima, de hacinamiento y de falta de ingresos, son el motor que impulsan a salir a la calle, es muy fácil permanecer en casa cuando el estado de comodidad lo permite, y la nevera está llena,  “jaula es jaula así sea de oro”,   la cultura caribe, alegre, amante de la música, del baile, del domino, del parques (ludo),  la mecedora en la terraza, la mesa de frito en la esquina, la olla de peto,  la puerta abierta todo el día…. Mientras los habitantes de la casa y vecinos entran y salen sin parar repetitivamente, es el cuadro que se ve a diario en los populares barrios de nuestra amada Cartagena y en muchos lugares de nuestra región.