Opinion (2215)

A los soldados colombianos los repelen por cuatro principales razones. La emocional es una de ellas. Alguna afectación resultante de una acción dañina o injusta debido a un equivocado procedimiento en el uso de la fuerza. Desde un maltrato en un retén hasta una macabra ejecución extra judicial, acunan rencores difíciles o imposibles de solventar. Una segunda razón mayor es la política. Sectores comunistas varados en los años 60s, en la guerra fría, que con tergiversaciones tipo Ejército burgués versus ejército del pueblo manipulan las emociones de desinformados, insatisfechos o frustrados y con argumentos mezclas de realidades, verdades a medias y mentiras, los convierten en mente capti, mentecatos. La tercera principal razón es mercenarismo. Atacar a los militares es una tarea que paga bien. Así lo demuestran las jugosas ganancias de un colectivo de abogados, el José Alvear, logradas por denunciar falsas desapariciones como en el conocido caso de Mapiripán en 1997. La narcosubversión juega fuerte en este grupo, como que ya tiene senadores y representantes en el parlamento con sueldos exorbitantes y beneficios extraordinarios comparados con el trabajador o empleado común. Y la cuarta razón es una venenosa combinación de las tres anteriores: manipulan ingenuos, obtienen pingües ganancias del erario público y de paso debilitan la credibilidad de las instituciones armadas, única talanquera históricamente efectiva que logró evitar que se impusiera en Colombia un régimen totalitario a fuerza de AK-47. Esos cuatro grupos, suman entre ellos menos del 20% de la simpatía de la opinión pública del país. Y de nada ha valido que algunos medios, representantes de oscuros intereses, semana a semana busquen amarillear el panorama noticioso a costa de los soldados colombianos, pues estos siguen siendo los más queridos por los colombianos.  

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Estos días de aislamiento preventivo obligatorio o cuarentena he tenido muchas conversaciones introspectivas, pero también hacia afuera, con el dolor que siento por Colombia debido a las situaciones críticas que vivimos desde hace décadas y que hoy perduran. 

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Por el bienestar de nuestra salud, debemos permanecer en casa, aprovechemos este tiempo y dediquemos un rato a estudiar nuestra Constitución Política. Será interesante aprender ¿por qué Colombia es un Estado social de derecho?, ¿cuáles son los fines del Estado?, conocer nuestros derechos humanos fundamentales y los colectivos, los derechos sociales económicos, culturales y del ambiente, de la aplicación de los derechos y de los mecanismos de protección; entender las acciones constitucionales, la tutela, la acción de cumplimiento, las acciones populares y de grupo.

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Es muy grave lo que ha revelado la revista SEMANA sobre interceptaciones y seguimientos ilícitos y sin orden judicial contra periodistas nacionales e internacionales, políticos de oposición y magistrados, mediante el uso indebido de los mecanismos técnicos de la inteligencia militar.

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