Columnistas (631)

LA LIBERACIÓN Y LA PAZ

01 Jun 2012
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Por RICAURTE LOSADA VALDERRAMA
 
Liberación de Langlois. Foto www.eltiempo.com
 
La liberación del periodista francés Romeo Langlois es una buena noticia y lo primero que al respecto debe anotarse, es que no debió ser incluido en la comitiva militar, como tampoco ser secuestrado.
 
Pero estos  dos hechos negativos nos están mostrando una vez más que existe un conflicto que debemos resolver.
 
Y la solución del problema exige muchas cosas, como recuperar la confianza entre las partes en conflicto, y para lo cual, en medio de la guerra, mientras el Estado y la guerrilla  no decidan terminarla, o por lo menos suspenderla, ellas deben crear condiciones de acercamiento. Esto  es lo que justamente el Gobierno viene haciendo  con el programa de restitución de tierras, el anuncio de otorgar casas en forma gratuita y el marco jurídico para la paz, pero, por supuesto,  sin detenerse en el uso del poder coactivo que lleve finalmente a los insurrectos a la negociación. 
 
A su vez, ellos han dado muestras de acercamiento mediante la liberación unilateral de los militares, su promesa de no volver a secuestrar por motivos extorsivos y ahora la liberación del periodista.
 
En consecuencia,  lo más conveniente es aprovechar esta coyuntura, pero la estrategia para la paz es determinante. El Gobierno, por ejemplo, debe persuadir al país sobre la necesidad de negociar y la desmovilización  y el otorgamiento de participación política a  miembros de la guerrilla son claves para un acuerdo.
 
Pero claro, el Gobierno está condicionado por el hecho de que mucha gente está indignada por el comportamiento de la guerrilla y debe persuadir al país de que es legítimo y necesario negociar, lo cual es difícil, pues  implica reconocerle  poder.
 
 
 
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UN MANUAL PARA LA PAZ

01 Jun 2012
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Escrito por

 

Por RICAURTE LOSADA VALDERRAMA
 
Farc. www.abpnoticias.com
 
El asalto de las FARC en la Guajira es sólo uno de los tantos ejecutados en las ya más de seis décadas de  conflicto, lo cual  muestra una vez más que debemos crear condiciones eficaces para   terminar con la guerra.
 
Para lograr este propósito prioritario, deben  hacerse muchas cosas, partiendo de la indispensable concientización de la gente en torno de la necesidad de la paz. 
 
Por ello invito a los lectores  a hacer su  propio manual para la paz. Se darán cuenta que es muy sencillo; lo difícil es conseguir el propósito, pues se trata de uno de los conflictos más complejos y prolongados del planeta.
 
Quienes decidan hacerlo van a entender aspectos tales como los antecedentes de la guerra, sus causas, las consecuencias de la misma, sus características, los  errores cometidos, lo que podría ceder el Estado y la sociedad  para conseguir la paz en una eventual negociación, la necesidad de construir un difícil y con seguridad largo proceso que nos lleve al perdón y a la reconciliación. Además, tener presente cómo prepararnos para el post-conflicto y otros muchos aspectos, pues este es un problema transversal que por lo tanto tiene relación directa e indirecta con múltiples materias y hechos del acontecer social, económico, político y cultural.
 
Paso a paso iré tratando  temas como los anteriores, a fin de despertar las mayores inquietudes posibles para incentivar a los lectores a la realización de su manual, o en su defecto, interesarlos a estudiar, entender más y contribuir en la solución del problema, pues sin paz no hay vida, derechos humanos, libertad y desarrollo, entre muchos aspectos.
 
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SÓCRATES BEBE LA CICUTA

30 May 2012
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Muerte de Sócrates. culturageneral.net

 

Sobre la muerte de Sócrates, en la primavera del año 399 a. de C., un programa especial de la Cadena SER de España.

 

 

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UNA MALSANA TENDENCIA

29 May 2012
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Escrito por

JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO

 

 

Por una malsana tendencia de algunos funcionarios a causar impacto mediático con decisiones judiciales, se ha venido perdiendo el principio constitucional de la presunción de inocencia. El despliegue periodístico -generalmente alrededor de pruebas filtradas- genera en la colectividad la sensación de que personas todavía no juzgadas ni condenadas son culpables. Históricamente, la figura de la presunción de inocencia supuso -y así debe preservarse- una valiosa conquista y un postulado trascendental, propio del Estado de Derecho y de las democracias. Toda persona se tiene por inocente mientras no se le demuestre, previo un debido proceso y mediante sentencia, su culpabilidad. En otros términos, el Estado y la sociedad no pueden condenar a nadie sin probarle, con la plenitud de las garantías procesales y fuera de toda duda razonable, que es responsable penalmente. Para que alguien pueda ser señalado como “delincuente” resulta necesario que se desvirtúe la presunción de inocencia que obra en su favor. Esa garantía, consagrada como derecho fundamental en el artículo 29 de la Constitución Política y en los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos, preserva el valor de la libertad, el debido proceso y los derechos a la honra y al buen nombre, así como la dignidad del ser humano. De otro lado, en cuanto a la libertad se refiere, ha de recordarse que la detención preventiva o medida de aseguramiento -aplicable con el objeto de impedir que el procesado escape a la acción de la justicia- desarrolla disposiciones constitucionales y legales excepcionales que, por tanto, son de interpretación y uso restringido. Tanto los motivos como las formalidades para su práctica deben estar claramente delimitados por la ley, y los funcionarios competentes -que invariablemente, según la normatividad en vigor, deben ser autoridades judiciales- no pueden acudir a esa medida de manera arbitraria, pues para el efecto la doctrina constitucional y la jurisprudencia en materia penal han exigido reiteradamente que se cumplan con exactitud y en forma completa los requisitos previstos en la ley, y que la resolución correspondiente se fundamente en los motivos taxativamente consagrados por el legislador. No cualquier indicio, y menos el capricho del funcionario, pueden dar lugar a una orden de captura. Es verdaderamente preocupante, desde la perspectiva del Derecho, que en algunos casos se olviden o pierdan de vista estos criterios, y que órdenes precipitadas -por lo mismo irresponsables- causen grave daño al procesado y a su familia.

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