Opinión: DESESCALAMIENTO, TREGUA Y RECOMPOSICIÓN. John Marulanda
Mínimo, el 90 % de los colombianos no les creemos a las farc y después de dos años de “negociaciones”, nos encontramos como al principio: oliendo un gran paquete de impunidad para quienes han desangrado al país durante medio siglo. Aunque nuestros soldados golpearon la cabeza de la narco-organización y la desbandaron hacia las fronteras con Ecuador y Venezuela, por donde se exporta la cocaína colombiana, su estructura armada empieza a reconstituirse mientras en La Habana logra la mejor pantalla en su astroso prontuario, que poco abona a su exiguo calado político en la opinión pública.
Es evidente un rebrote armado de las farc en el centro del país: más de 100 terroristas llegaron desde el Cauca para reforzar el Comando Conjunto Central en Huila y Tolima. Atentados contra civiles, asesinato de soldados y policías, extorsión generalizada, presencia en Ataco, Ríoblanco, Herrera, San Antonio, Rovira, Chaparral, Planadas, sabotaje a la hidroeléctrica de Cucuana en Roncesvalles, quema de buses y retenes en las carreteras Chaparral-San Antonio, Chaparral-Ríoblanco, Cajamarca- Anaime, en donde distribuyen propaganda.
Así, arraigados al suroccidente y al nororiente del país, ahora buscan afianzar un tercer punto de apoyo armado en lo que fue su corazón histórico, a contrapelo de sus pronunciamientos de deseos de paz y aplicando su estrategia de guerra popular prolongada y empleo de todos los métodos de lucha.
Mientras tanto se habla de “Desescalar”, un término ambiguo e inaplicable en un conflicto de este tipo y de una “generosa Tregua” navideña, que, agregadas al patente desánimo, que no desmoralización, de nuestros soldados, plantean un escenario en donde las farc, con la tutoría de Cuba y Venezuela, están sacando ventaja de las equivocaciones estratégicas del gobierno de turno.
Entre un inverosímil desescalamient, una artificiosa tregua, el desaliento militar y la apatíaciudadana, los terroristas están recomponiendo su aparato armado y apurando su contabilidad narcotraficante. El próximo paso serán actividades armadas en Cundinamarca y en la carretera Medellín-Bogotá.
Además, ya no seremos el primer productor de cocaína sino el primer Estado con parlamentarios narcotraficantes patrocinados por el Gobierno. ¿Qué dirá Naranjo? Y los militares, como en Argentina, Brasil, Chile, Ecuador y Uruguay, serán los principales objetivos de la vindicta de los bárbaros avenidos en gobernantes, jueces y legisladores pagados ¡qué ironía! por todos nosotros. ¿Qué dirá Mora?
Aquí como en China en 1949, Argelia en 1962, Vietnam en 1965 y recientemente en Irak y Afganistán, con las salvedades del caso, se repite la historia: los militares ganando la guerra, pero los políticos negociando el país. Triste Navidad para a quienes nos intimida la cubanización en ciernes. Ya el G-2 nos ronda por sobre los estropicios de nuestra inteligencia militar.
John Marulanda
Consultor Internacional en Seguridad y Defensa
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