Los resultados electorales, que contaron con una amplia participación de los argentinos, significan un cambio trascendental, no solamente para el país gaucho sino para toda América Latina, pues comienza el desmoronamiento del llamado socialismo del siglo XXI, auspiciado y en buena parte financiado por Hugo Chávez, y vuelven a tomar fuerza las tendencias de centro y de derecha, y el neoliberalismo en lo económico.
Terminan doce años de kirschnerismo en Argentina, cuatro de Néstor Kirschner y ocho de Cristina Fernández, su esposa, y una vez más se pone de presente la “ley del péndulo”: el paso, mediante el voto, de una orientación política de gobierno a su contraria. El triunfo de la oposición sobre quienes ejercen el poder. Es lo propio de la democracia, y así debe verse.
Desde luego, lo ocurrido muestra igualmente que el ejercicio del poder político desgasta. Más cuando se cometen muchas equivocaciones. Ellas resultan costosas, electoralmente hablando.
Y se observa también que, como lo dijera alguna vez Bill Clinton, el manejo de la economía y la situación que vive la gente por cuenta de ella, son aspectos vitales que repercuten en el campo político. Y en este caso, fue la economía el tema de mayor importancia en el debate electoral argentino, junto con el problema del narcotráfico, pues mucho se ha discutido y se discute sobre la manera más eficaz de combatirlo
También jugó papel importante, como ocurre en otros países suramericanos –Ecuador y Venezuela, por ejemplo- la actividad, en contra del gobierno, de medios de comunicación. En Argentina, las peleas de Cristina Fernández, con la prensa y noticieros de televisión, fue característica en los últimos años.
Veremos lo que ocurra en las elecciones intermedias venezolanas, en donde no se aprecia que vaya a triunfar el gobierno de Nicolás Maduro.