El Presidente del Ecuador Lenin Moreno está dando muestras, no solamente de sensibilidad ante el derecho a la vida y a la libertad de sus conciudadanos, sino de carácter y verticalidad en la toma de decisiones. La última ha consistido en suspender el apoyo que ese país venía dando, siendo inclusive sede, a los diálogos de paz adelantados por el Gobierno colombiano con el ELN, pese a los permanentes actos terroristas y a los crímenes que tal organización viene cometiendo.
Manifestó el Presidente Moreno:
“Le he solicitado a la canciller de Ecuador que frene esas conversaciones y nuestra condición de garante, mientras el Eln no se comprometan a dejar las actividades terroristas”
Por su parte, el Gobierno colombiano insiste en esos diálogos aunque en estos días el ELN se enfrenta al EPL en el Catatumbo y tienen paralizada, con amenazas y violencia, toda la zona, y amedrentados a sus habitantes, a sus comercios y a sus estudiantes. La canciller María Ángela Holguín afirma que iniciarán contactos con otros países para que sean sede de las conversaciones entre el Gobierno de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Señaló inclusive que antes de elegir al Ecuador como sede de la quinta fase de los diálogos con el ELN, estaba planteada la posibilidad de llevarlas a cabo en distintos países.
Estamos de acuerdo con Moreno, que asume una actitud enérgica y clara, como Jefe de Estado, frente al terrorismo, y discrepamos de la actitud benévola y complaciente del Presidente Santos. Moreno ha sido claro, y no está dispuesto a consentir que la delincuencia terrorista consiga sus nefastos propósitos.
En cuanto a Colombia, reiteramos lo que decíamos en su momento, cuando criticamos el hecho de que, tras los graves atentados terroristas, los ataques contra la infraestructura y el medio ambiente, los asesinatos de policías, soldados y líderes sociales y promotores de derechos humanos, todo muy reciente, de todas maneras la administración Santos hubiese resuelto reiniciar los diálogos con el ELN, para un proceso de paz que desde ya vemos muy difícil, si no imposible.
No nos parece que se deba premiar a los delincuentes, y menos todavía con las promesas de impunidad que seguramente estarán sobre la mesa de diálogo. No se debe dialogar en medio del terrorismo
Verdad, Justicia, reparación y garantía de no repetición de sus crímenes. Y auténtica voluntad de paz. Elementos indispensables de todo proceso de esa naturaleza.