La Constitución Política de Colombia de 1991, establece en su artículo 217 “la Nación tendrá para su defensa unas fuerzas militares permanentes constituidas por el ejército, la armada y la fuerza aérea. Las fuerzas militares tendrán como finalidad primordial la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional”.
Dos hombres de honor perdieron la vida, ante las miradas de centenares de personas mientras se ondeaba el pabellón nacional de un helicóptero del ejército de Colombia, el cual sobrevolaba por los cielos de la ciudad de Medellín, durante la celebración dominical de la feria de las flores.
El glorioso ejército de Colombia, con dos siglos de historia, es el protagonista de los titulares más escandalosos por estos días, pasó de los falsos positivos a irregularidades en contratos para la compra de combustible, pagos dudosos, malversación de recursos, división entre la cúpula de generales, hasta caer en manos de la delincuencia y otorgar salvoconductos que amparan armas a cabecillas de peligrosas bandas criminales, un cartel de ascensos y traslados han corrompido la institución; sobornos, tráfico de influencias, asesinatos de civiles, escandalosos hechos, son el día a día del ejército, de los cuales no se salva ni el Ministro de Defensa con sus comentarios imprudentes y fuera de lugar, pareciera que cada vez que abre la boca la embarra, como dirían mis ancestros “no sirve si no para meter la pata, parece un estribo”
Los generales han perdido el norte de los principios constitucionales; el honor y la vocación militar están en peligro de extinción, muchos de ellos han roto el juramento a la bandera que hicieron al inicio de su carrera; con sus acciones y omisiones han menoscabado el nombre del glorioso ejército que alguna vez con sus valientes hombres en austeras condiciones batalló hasta alcanzar la independencia de la corona española.
Se han olvidado de la historia plasmada en el himno nacional, el varonil aliento que de escudo les sirvió para alcanzar la gloria se ha perdido, “corruptos pensamientos” han ocupado su lugar; de cada espiga un héroe, fue reemplazado por “cada sol un corrupto”; los que alguna vez sintieron tener la vocación de héroes, se convirtieron en traidores.
Durante los últimos cincuenta años, los soles que brillan en los uniformes de los generales han sido solo un lujo, la esencia de la institución perdió su brillo ante las miradas atónitas de la tropa; la falta de preparación, de defensa y ataque ha prolongado un conflicto interno que ha traído consigo un largo periodo de violencia, con unas fuerzas armadas impotentes e incapaces de defender la constitución y mantener el orden. Han perdido la guerra, nunca pudieron derrotar la violencia interna, los grupos armados se han multiplicado de la misma manera que los generales pasan a retiro, desafortunadamente al ejército todo le sale mal; son los hijos del pueblo los que van al frente de batalla, los que entregan sus vidas, mientras los altos mandos se corrompen, sin importar cuántos soldados son masacrados o cuántas cuerdas se revientan. Son los más humildes soldados los que pisan los campos minados, por explosivos que ingresan al país por las fronteras que el ejército no cuidó, la soberanía es vulnerable por ausencia de control, los recursos son pocos y no llegan a su destino porque son desviados. Los colombianos estaremos en guerra toda la vida si el ejército es débil y permanece en manos de corruptos.
Que Dios salve al ejército de Colombia del deplorable estado de corrupción en que se encuentra y que tenga misericordia de sus tropas, sin dejar de castigar a los generales que con su traición tienen a la institución en tan deplorable estado, y que permita sentar a la Diestra de Dios padre a los héroes que han perdido la vida al servicio de la patria.