El pueblo colombiano está recibiendo lo que se merece. Estamos condenados a ser dirigidos por corruptos incapaces, porque así lo queremos, así lo hemos decidido y con nuestros votos en las urnas lo confirmamos. El sistema educativo arcaico y obsoleto ha cumplido con su propósito. No hay conciencia, ni conocimiento alguno de la verdadera democracia.
La existencia de corruptos depredadores del erario y de criminales que hoy ocupan cargos públicos como consecuencia de las malas decisiones de un pueblo embrutecido; es tan real como la falta de líderes sociales verdaderamente comprometidos con el cambio.
Sin duda alguna, estamos necesitados de un mesías político, que asuma el reto de salvar la patria de la destrucción, la pobreza y la violencia.
Los nuevos líderes deben surgir de manera urgente; el silencio y el letargo deben desaparecer para que despierte entre nosotros quien asuma el reto de combatir la corrupción que tanto se ha infiltrado en el gobierno y mantiene al pueblo agobiado.
Necesitamos un dirigente capaz de reformar las costumbres anti-progreso y desarrollar el Estado ideal con bienestar y prosperidad para todos. Todo lo que hoy vivimos, demuestra que es hora de poner punto final a la escasez de líderes y la abundancia de idiotas.
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