Para los ambientalistas estas prácticas de exportación de ganado vivo, ha desatado polémicas por considerarlas generadoras de maltrato contra los seres sintientes, (denominación que se le da a los animalitos) que terminan siendo la cena o el lunch, de quienes no comparten las practicas veganas.
Para los ganaderos es una gran oportunidad de vender su ganado a un buen precio con pago de estricto contado. Para algunos gremios consideran que la exportación de ganado puede generar un desabastecimiento de carne y como consecuencia directa el encarecimiento del producto, a los consumidores locales.
Las opiniones y las especulaciones sobre el descubrimiento del alijo en el barco, son tan diversas, macondianas y hasta fantasiosas. Han surgido cuestionamientos, como ¿De quién era el cargamento de la droga?, ¿Pertenecía al dueño del barco o al dueño de la carga?, ¿Eran den dueño del puerto?, ¿De los diferentes carteles?, ¿De la izquierda o de la derecha?, ¿Por qué las autoridades colombianas no descubrieron la carga prohibida en jurisdicción colombiana? , ¿Quién fue el sapo?
Las hipótesis y las teorías, son tantas que casi alcanza el número de vacas trasportadas. Desde que leí la noticia evoqué el libro de Jaime Lopera, “la culpa es de la vaca” para recordar la aferrada costumbre hasta ahora imposible de erradicar, de la mente que tenemos los seres humanos de echarnos la culpa los unos a los otros cuando llegan las dificultades.
En ese orden de ideas y si las autoridades españolas, pudieran realizar un interrogatorio a las 1.750 vacas, en su condición de mayoría absoluta de pasajeras del barco y en su posición de testigos presenciales y materiales de los hechos, se podría encontrar la verdad sobre el lugar, el cómo y el cuándo fueron introducidas las cuatro y media toneladas de cocaína al ORION V. Sería fenomenal encontrar la verdad, para limpiar el nombre de nuestro país y la mala imagen que tenemos ante el mundo que nos distingue por el narcotráfico y por los numerosos carteles de traficantes de cocaína. Lamentablemente, el interrogatorio al que me refiero es una salida utópica. Los seres sintientes que presenciaron los hechos no hablan; y no podrán decirnos ¡NI MUUUU!
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